Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Todo por un gato

Todo por un gato
Todo por un gato

Emocionante por atípico y extraordinario. Los vecinos de la calle Alcañiz prorrumpieron en un sentido aplauso. Eran las 16:20 horas cuando mi amigo y compañero Roger consiguió rescatar a un gato que llevaba tres días encaramado en la copa de un árbol, por momentos con el sobrevuelo inquietante de un ave rapaz. Debajo, amortiguaron la caída del minino unas sábanas sostenidas por un cordón humanitario maravilloso. Llevaba el felino tres días en los que varios vecinos habían avisado infructuosamente a las policías que, a su vez, anunciaban el aviso a bomberos.

No me interesa la apatía institucional. En su pecado llevan la penitencia de la desafección de las decenas de ciudadanos que, niños incluidos, se lamentaban por un gato aterido, asustado y desnutrido. Sólo recordar la sentencia de Gandhi de que el progreso moral y la grandeza de una nación puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados. O la advertencia de Abraham Lincoln, que sólo consideraba ser humano completo al que concibe tanto los derechos humanos como de los animales.

Montse (Somos su voz), con Sonia (Patitas) e Ixeia (El Arca de Santi), montaron la guardia a las 10:00 y, agotadas todas las vías de solución pública, encontraron buenos samaritanos, ídolos cuya capa fue el corazón y la generosidad. Sebas, Miguel, Ana... Anudaron sábanas y, providencialmente, apareció Roger, gran fotógrafo, tipo tranquilo y, además, escalador. Con la vista en el gato, subió la escalera, abandonó toda percepción de peligro, y felinamente salvó al felino que cayó sobre la malla doméstica... Y los balcones se arrancaron en una emotiva ovación. Salvar al gato es una metáfora. Quedan héroes, son anónimos y -ellos sí- me representan.