Opinión
Por
  • GEMMA ABAD

Construyendo un futuro

Voy paseando por la calle, con la mirada fija en cualquier sitio, sin plantearme qué hay a lo lejos. Simplemente, camino de vuelta a casa, sin un objetivo concreto. Tal vez, al llegar, quiera escribir un rato y experimentar, de esta manera, lo feliz que soy cada vez que pongo en práctica este hobby, quizás me siente a leer, o me ponga la televisión y me abstraiga con alguna película que llegue a atraparme.

Hace tiempo que estos actos se van repitiendo, sin cambiar en absoluto la dinámica de unos días en los que mi altura de miras es únicamente mantenerme ocupada por cada momento que pasa. Resisto, de forma casi numantina, los embates a los que ahora nos tenemos que enfrentar y busco refugio en la creatividad. Para ello, hay momentos en que hay que librar una lucha sórdida y oscura, como supongo que lo harán la gran mayoría de las personas, para intentar sobrevivir a una situación desapacible, que por momentos resulta ineluctable.

Sin embargo, hay que llenarse de vida y seguir soñando. No desistir es ahora nuestra labor. Esa punzada de terror que notamos en el estómago al pensar a lo que tenemos que enfrentarnos ha de servir para salir reforzados, al intentar buscar soluciones que acaricien propuestas más prometedoras.

Me niego a aceptar el abrazo de la tristeza y el desánimo y a sentir el ahogo de su manto de debilidad. Así que, hemos de evocar esos momentos de dicha, llenarnos de positivismo y seguir construyendo un futuro que, aunque incierto, ha de suponer un avance, y rematarlo con esa guinda que es la esperanza. Ella transformará esos caminos espinosos en trayectos accesibles. Es esa manera de viajar la que nos llevará a alguna parte, tal vez serán senderos, pero siempre de frente a lo que hemos de andar y de espaldas a lo ya andado.

Muy de acuerdo con la frase de Thomas Chalmer, "La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar".