Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

Un sin adiós

La oposición ha criticado que Salvador Illa no comparezca en el Congreso en su despedida como ministro de Sanidad. Es decir, que se ha despedido a la francesa, como se suele decir. De ese modo ha evitado escuchar una serie de reproches y críticas, un tiro al blanco, siendo él la diana. La prensa, sin embargo, se ha hecho eco de esos reproches, de los que no se ha privado ni Unidas Podemos, el partido que gobierna en coalición con el PSOE. No le hubiesen aplaudido, desde luego, si se hubiese despedido en forma y modo del Congreso, no habrían pedido para él las orejas y el rabo en lenguaje taurino, acaso hubiesen pedido sus orejas y su rabo como castigo a su gestión de la pandemia. Sin duda que el ministerio le ha dado más amarguras que alegrías y alguien le ha señalado como el peor ministro de Sanidad de la Unión Europea. En fin, que ha hecho, como dicen los franceses, un "sans adieu", un "sin adiós" en castellano, en defensa propia. En nuestro lenguaje coloquial podría decirse que a los congresistas les ha hecho "un corte de mangas", un "ahí os quedáis". El origen del término "despedirse a la francesa" viene de una costumbre que se popularizó entre la alta sociedad y la burguesía de Francia a mediados del siglo XVIII. El sin adiós se realizaba cuando uno de los invitados a una fiesta decidía marcharse discretamente, sin llamar la atención ni despedirse de nadie, pues se consideraba de muy mala educación indicar a alguien su deseo de marcharse. Esto ha podido sentir Illa, que no ha querido ser considerado mal educado si expresaba en el Congreso su decisión y su deseo de marcharse del ministerio de Sanidad. Puede ser también que haya tomado las de Villadiego, que es cuando alguien sale huyendo a toda prisa ante un peligro que le acecha, lo que hizo Rajoy el día que salió de las Cortes por el garaje para evitar a la prensa. Parece que en cada país existe una forma de marcharse. Para los franceses, "marcharse a la inglesa" es de quienes huyen o escapan de un lugar y es muy utilizado para referirse sobre todo a los ladrones. A muchas personas no les gusta despedirse, alegan que todas las despedidas son tristes. Dicen los psicólogos que cuesta despedirse de algo que nos hizo felices, que cuesta enfrentarse a lo desconocido, que cuesta acabar porque porque cuesta saber que tenemos que empezar. No creo que sea el caso de Illa.