Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Confiar en la industria propia

Cuentan los anales que uno de los grandes éxitos del milagro alemán que permitió reconstruir un país devastado por la guerra mundial fue la capacidad de adaptación de una industria a la que los gobernantes se encomendaron en la confianza de que fueran capaces de acabar con la miseria. En la orientación, varias direcciones: por un lado, fortalecer el tejido productivo para generar riqueza y puestos de trabajo para los ciudadanos; por otro, dirigir todos los esfuerzos a aquellas líneas que elevaran una economía competitiva para la demanda interna y también para obtener rendimientos de los mercados exteriores. Una tercera vía quedó abierta, y es la de conseguir, sin intervencionismos, encauzar hacia los sectores que progresivamente iban a convertir a la población germana en un paradigma de bienestar.

Ayer, el presidente Javier Lambán visitó la fábrica de Becton Dickinson en Fraga, desde la que cada día salen miles y miles de jeringuillas hacia distintos países para la vacunación del coronavirus. Un producto que permite el aprovechamiento integral de las dosis de Pfizer y que, por tanto, hubiera evitado una innecesaria polémica. Paradójicamente, la planta fragatina ha sido olvidada por el sistema nacional de compras sanitarias de nuestro país en esta terrible pandemia, y nos ha recordado la infrautilización que, en los primeros tiempos de la gran crisis allí por el mes de marzo pasado, se hizo de la industria aragonesa y española, en condiciones tanto por su preparación como por su responsabilidad social contrastada de haber evitado déficits terribles de equipamientos que ocasionaron muertos. Se dejó entonces todo al albur del voluntarismo de las empresas, que respondieron como jabatos. Toda una lección para no repetir errores con consecuencias fatales.