Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

Cuando nos toque

En unas autonomías sólo se pueden sentar cuatro personas a la misma mesa en las terrazas de los bares y en casas particulares, en otras autonomías dejan hasta seis. Cabe preguntarse si la diferencia de dos personas representa un peligro de contagio. La presidenta de Madrid no quiere perjudicar a la hostelería y permite reuniones de seis personas en lugar de cuatro. Incluso ha prometido a los hosteleros estudiar su propuesta de que los trabajadores del sector que están en contacto con los clientes sea colectivo preferente en la vacunación. Lo mismo debería considerarse, por ejemplo, con las cajeras y dependientas de supermercados y comercios en general. Existen tantos colectivos de trabajadores que se relacionan con los ciudadanos que a este paso quedarán atrás otros colectivos, que en un principio se hallaban entre los primeros en la lista de vacunaciones. Por ejemplo, los taxistas. Fernando Simón, a una pregunta de un periodista respecto a que Ayuso haya propuesto vacunar cuanto antes a camareros, cajeras y taxistas, sonrió y prefirió no comentar. En la lista de preferencia para vacunarse se está colando mucha gente, se empujan unos a otros para no quedar atrás y todos alegan buenas razones para ello. Simón ha comentado que no se pueden perder dosis y si en alguna ocasión sobran, es lógico vacunar a alguien que esté por ahí. Imagino a muchos ciudadanos rondar los lugares en que se vacuna por ver si sobran en algún momento y pueden anticiparse a la llamada. Se ha pasado de no querer vacunarse a impacientarse por ser vacunado. En fin, seremos los buenos ciudadanos quienes esperaremos en nuestras casas a que nos llamen cuando nos toque. Si los contagios siguen en aumento, terminaremos relacionándonos sólo con los convivientes, dentro y fuera de casa, porque no es posible otra medida más restrictiva. Alguna visita ya entra en casa ajena con la mascarilla puesta que no se quita durante todo el tiempo que permanece dentro y además exige ventilación, abrir todas las ventanas. La distancia física, la falta de caricias y abrazos va a más. Parece que el dilema sea relaciones o contagios. Dudo que un día volvamos a actuar como antes de la pandemia, ya acostumbrados a mantener las distancias, a no acercarse a los demás. Todos en fila india manteniendo las distancias y respetando el espacio tampoco es mala costumbre para que quede arraigada entre nosotros.