Opinión
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  • DIARIO DEL ALTOARARAGÓN

Una estrategia para los temporeros

Nos sobrevino el pasado verano la campaña de la fruta y, con ella, la contratación de temporeros y, súbitamente, nos dimos cuenta de que las condiciones en las que desarrollaban su labor y, sobre todo, residían en nuestros pueblos distaban de las adecuadas en una situación como la actual pandemia. Hasta tal punto tuvo sus consecuencias esta falta de planificación que se identificó una cepa específica del coronavirus relacionada con esta actividad que puso a Aragón en el mapa de Europa. Las explicaciones al respecto resultaron tan atropelladas e incoherentes que nadie con un mínimo criterio debiéramos aceptarla. Una vez más, en la larguísima trayectoria de improvisaciones a las que nos sometemos a nosotros mismos en esta tierra, tenemos dificultades máximas para la previsión, y preferimos la autocomplacencia y el riesgo de esperar que no haya grandes daños al colocarnos en la encrucijada de unas decisiones difíciles.

La orden anunciada por el consejero de Agricultura no debiera resultar tan truculenta. En realidad, sólo habría de arrancar un proceso de diálogo para establecer, a través de las conclusiones y poniendo sobre la mesa la verdad y nada más que la verdad de las condiciones y las posibilidades en torno a los temporeros. Que hay que regular las cuestiones administrativas para asegurar los derechos de todas las partes, es evidente. Que se debe pensar en término de infraestructuras para dignificar los modos de vida, que es tanto como establecer unos lugares seguros y saludables, debe competer al conjunto de los agentes de este diálogo social, entre ellos las instituciones. Es una actividad demasiado importante como para reducir su trascendencia y como para escatimar la consignación de recursos. Pero, primero, hablar.