Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La identidad irrefrenable

Ha ofrecido un simbolismo edificante el Sobrarbe durante el fin de semana. Su programación ha sido la expresión de la resistencia de una comarca que no acepta la resignación, sino que quiere marcar su destino contra la fatalidad que marcan las tendencias sociológicas, que no por pertinaces son siempre acertadas, como sucede con el vaciamiento demográfico. No está escrito en el imaginario sobrarbense el vocablo reblar si no es para negarlo. Estos dos días precedentes han ratificado la vocación de las gentes del Condado de reconocerse entre sí, primero a través de la entrega de los premios de La Cruz y posteriormente compartiendo espacio en la Ferieta de Aínsa. Dieciocho artesanos ocuparon ayer el Castillo de Aínsa desafiando al razonable temor que nos protege, con un respeto escrupuloso a las medidas sanitarias y con productos excepcionales que arraigan a los vecinos con su territorio, a la par de proyectar al exterior una imagen de excelencia magnética para los visitantes.

La Ferieta, con haber sido la más reducida en oferta de su historia, igualmente ha sido la más meritoria y, por tanto, la que traspasará el umbral de los anales para recordar una fortaleza análoga al baluarte que la acogió. Recorrer a través de sugerentes frutos de la tierra y de los ganados, de los montes y del ingenio humano, un patrimonio que une a todos los ainsetanos y los sobrarbenses representa toda una victoria contra corriente. Adquiere una trascendencia enorme la constatación de que, como sucede en otras localidades de la comarca, hay una robustez organizativa que se sustenta en la voluntad de desarrollo y en la irrefrenable socialización que, temporalmente, sonríe bajo mascarillas pero que, en que pase esta coyuntura, se enseñoreará de la villa.