Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Me raparon dos veces

Me raparon dos veces
Me raparon dos veces
EFE

Octubre de 1982. CIR San Gregorio. El teniente H. informa a los "imecos" reclutas (versionadores de Margarita se llama mi amor) que hay que preparar un desfile por la visita del general. En caso de buen desempeño, cuatro días de fiesta. Todos suspiramos. No hemos visto ni por asomo bromuros ni otras leyendas, sí letrinas insultantemente asquerosas. Nos desbordan las ganas de salir. Dos requisitos: ensayar hasta la perfección en los pasos y cortarnos el pelo. Ipso facto, ordena: la primera fila, a la barbería. Balbuceo: "Mi teniente, me lo cortaron anteayer". No hay compasión: "¡He dicho toda la primera fila!". El premio merece la pena, a paso ligero al peluquero. Me mira con conmiseración: ¿"Y qué hago yo con esta bola de barandilla?". "Lo que puedas. Cuatro días son cuatro días".

Aseguraba Gustave Le Bon que quienquiera que sea capaz de proveer a las masas de ilusiones será fácilmente su amo. En aquella mili, que lo suyo tenía de bueno, apenas éramos un número y un apellido, además de dos vacunas que nos ponían de pie y a toda pastilla. ¡Cómo calentaban, cómo dolían! Como para quejarse. Resignación cristiana, abnegación castrense.

Hoy, 3 millones de contagios después de aquellos idus de marzo del infausto 2020, epidemiólogos, ministros y consejeros son nuestro teniente H. Esperamos ansiosos, después de las instrucciones, el palo o la zanahoria. Grandes azotes, pequeñas hortalizas. Pero, cuando llegan las umbelíferas, nos dejamos rapar dos veces si es preciso. Y así avanza 2021. En Sidi, Berenguer Remont le dice a Ruy Díaz: "No sé quién crees que eres... Sólo la suerte te dio lo que tienes. Y no es gran cosa". Y Ruy replica: "No es mucho, señor. Estáis en lo cierto". Pues eso.