Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Servicio Público

Servicio Público
Servicio Público
RTVE

En 1956 hace 65 años, cuando nació Televisión Española, las siglas SP sellaban los taxis, los autobuses, los edificios públicos y hasta algunos privados de concesión estatal. Correspondían al concepto de la actividad directa o subsidiaria reservada a las administraciones públicas para responder a imperativos del funcionamiento de la sociedad y del desarrollo personal, económico y del denominado Estado del Bienestar.

En realidad, desde que la Constitución dejara de acuñar el término de Servicio Público como tal y diez años después los operadores privados formaran parte del panorama audiovisual, organizaciones como Radiotelevisión Española pasaron al entredicho no sólo por la nueva configuración legal o por las leyes del mercado, sino porque la pertinacia de los sucesivos gobiernos en dirigir sus destinos con instrucciones y proyectos cimentados en las banderías puso en entredicho su propia esencialidad. En toda la historia de nuestra democracia, apenas la reforma de Rodríguez Zapatero puso un punto de intención neutralizadora que introducía elementos de credibilidad que, claro está, quedaron acaso en buenas voluntades.

El rótulo infame sobre la princesa Leonor y su abuelo no es sino el refrendo de la contumaz manipulación de un servicio que ya no es público, que no pretende satisfacer a todos los espectadores, que se ha olvidado del modelo BBC de calidad contrastable, que ni siquiera atisba un objetivo de imparcialidad sobre la actualidad, Ayer, otro letrero en el programa de Cintora rezaba "Leonor se va". En realidad, se ha fugado y quién sabe si para siempre el respeto a una ciudadanía que, en su madurez, no puede sino repudiar tanta perversión.