Opinión
Por
  • ALBERTO FANDOS PORTELLA (PERIODISTA)

Crema catalana

Ingredientes para prepararla no faltan, pero ya saben que en esto de la repostería quien tiene el veredicto final es el cliente, como el votante en política. La receta la propuso el Parlament de Cataluña, condicionada por mayoría independentista tras la inhabilitación de Torra. No le faltaba razón a Pedro Sánchez en este aspecto cuando fue acusado por Rufián en la sesión de control al gobierno. Lógico intento a la desesperada provocado por el efecto Illa, más allá de la pandemia. Ganar tiempo para convencer –que no vencer– en unas semanas tras desalentar durante años con promesas rotas. Ese piano de las emociones en el que apenas quedan teclas por tocar.

La esperanza del cambio hacia la cordura la tiene Salvador Illa que, en otras cuestiones quizá no, pero en gestión de crisis tiene una indudable experiencia. Las encuestas los exhiben como vencedores el 14F pero hay dudas para una fecha posterior, de ahí su inflexión –amparada por el tribunal– ante una modificación. Para compensar los políticos presos del procés reciben la condicional para hacer campaña. Impensable un año atrás.

Para más inri, quienes defendían a capa y espada aplazarlas deciden abrir bares y restaurantes por la aparente mejoría sanitaria. Gesto interesante para que los ciudadanos recuperen la costumbre de salir y rechacen confinarse el día de los comicios.

Las peticiones de voto por correo triplican las de las pasadas elecciones. Y quienes deben ocuparse de las mesas electorales superan los 21.000. De no constituirse todas las mesas, se podría votar hasta 48 horas más tarde y nos encontraríamos ante un nuevo paradigma de dos jornadas donde la segunda dependería enormemente de la primera. Domingo y martes.

Para evitar lo más parecido a esa segunda vuelta política que tanto se reclama en España, a pesar de no asegurarse la consolidación de un gobierno, se baraja la posibilidad de no dar los resultados el mismo día. Los políticos se prepararían para evitar el alirón rival anotando de penalti injusto en el tiempo de descuento o, por el contrario, sentenciar el partido.

Desde sus labores como alto representante – nótese la ironía y el paralelismo – del nacionalismo catalán en Europa, Puigdemont ha recibido, abierto y estrenado el regalo que tanto anhelaba con Rusia como remitente. Aprovechando la visita de Josep Borrell (Alto Representante de la UE), Moscú comparó al líder opositor Navalny, recientemente detenido, con los presos del procés. Coartada perfecta.

Aunque si hubiera que elegir entre esa pareja de artífices del 1-O, la racionalidad debería decantarse hacia Junqueras. Acatar las consecuencias penales o huir escondido en el maletero del coche.

Al otro lado de la trinchera, absoluto silencio del PP al respecto. Escaso rédito podrían sacarle teniendo en cuenta la reaparición estelar de Bárcenas y el probable sorpasso de Vox. Su candidato aseguró en TV3 que el presupuesto de la Generalitat rondaba los 27 millones. La cifra es mil veces superior. "Pues casi", respondió. Este es el nivel. Acudió a tierra hostil para captar votos, pero poco impacto podía tener si tenemos en cuenta que los informativos de la cadena tan solo los consume el 13,5% de la oposición catalana.

Escenario incierto el que le depara a Cataluña y al Govern, cuya deplorable gestión parece ir al unísono del que ha sido su salvador mediático en los últimos tiempos, el Barça.

Tenemos los ingredientes y la receta, pero quizá falta sabor a esta crema catalana de elecciones desganadas. Veremos qué opinan los comensales..