Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

La ruta correcta

La ruta correcta
La ruta correcta
D.M.

Construir una Cataluña dentro de una España en la que todos quepamos, y formar parte, en pie de igualdad, de ese proyecto común que es España. Un proyecto que nos conecta con Europa y en el que los catalanes queremos participar con entusiasmo y responsabilidad". En "Cataluña, la ruta falsa", el clarividente libro en el que Josep Ramón Bosch desnuda la historia inventada para recubrir al cuerpo catalán de verdades y certezas pretéritas y presentes, recoge en el epílogo -bajo el epígrafe "La ruta correcta"- la expresión que abre esta columna.

En este 14F símbolo de otro tipo de amoríos, la visita a las urnas debiera impregnarse de la reflexión que con seguridad ayer fue la menor de las actitudes y de la voluntad para convertir el porvenir de esa comunidad en una confluencia, en una conciliación, en un reencuentro. Cuando la tolerancia se ha resquebrajado, cuando los odios se imponen a los diálogos, cuando el respeto es unidireccional, cuando la ley se moldea con instrumentos de manipulación, cuando la democracia resulta tan extraña que en la campaña irrumpen personas y personalidades en frágil legitimidad, sólo los grandes líderes son capaces de ofrecer a sus pueblos el camino más adecuado, que no es el de la confrontación sino el que simboliza una mesa de cuatro patas en las que se sientan la escucha, el habla, la vista y el gesto. Cuando los cuatro participantes establecen el marco adecuado, con buena fe, la división se desvanece y empieza a resplandecer una nueva era en la que, al levantarse, todos progresan en armonía.

Una utopía a corto plazo que, en el relato de los afectos, nos ofrece el escenario de amor a Cataluña por española y de amor a España por catalana. Bosch dixit.