Opinión
Por
  • JAVIER GARCÍA ANTÓN

Menos lobos, Tacirupeca

Menos lobos, Tacirupeca
Menos lobos, Tacirupeca
EFE

En nuestra adolescencia, los excesos verbales de los fantasmas eran cortados de cuajo con la expresión "¡Menos lobos, Tacirupeca" (Caperucita con las sílabas invertidas). Al aludido sólo le quedaba contrastar absolutamente su afirmación o quedar en el difícil equilibrio de la evidencia. Cada vez son más los autores que, con otras metáforas y ejemplos, exponen la simplicidad de los mensajes que nuestros próceres nos envían al pueblo.

Cataluña. Cronológicamente más o menos, Inés Arrimadas se dio un paseo por los mundos de Yuppy con una golosina de "superchufitrocos". Compareció posteriormente el ganador, que seguramente en el júbilo contenido (la morigeración gestual le acompaña) proclamó su victoria "clarísima" en epíteto superlativo quizás poco dimensionado. Cierto es que se agradece que el primer clasificado concurra a la investidura, aunque sea por respeto con sus votantes y por evitar errores como el de Inés del alma mía que ha menguado la cosecha naranja hasta la extenuación. Pero vocear que el cambio ha llegado es, siquiera, aventurado. A la par, mientras Fernández rezumó caballerosidad (Piqué lo dijo), su secretario general se iba por los cerros de Murcia, de Bárcenas y de mal pagador.

Uno de los turnos más "enternecedores" fue el Ignacio Garriga (Vox), que antes de pedir a Dios que bendiga a Cataluña y gritar Visca España (¿o Espanya?) se autoproclamó jefe de la oposición. ¡El cuarto! Los "nuevos" nunca defraudan en su incontinencia.

Y el 26,8 % de votos del censo para los "indepes" (el 69% de los que les votaron en 2017) no parece demasiado como para que Aragonés se ponga exquisito y exigente. Todo cambia, poco cambia. La solución se dilata. Menos lobos, Tacirupeca.