Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Los contrastes de Lérida

Mientras hordas de jóvenes incívicos destrozaban las instalaciones de la Universidad con una violencia inusitada que no se corresponde con los principios y los valores de la que podríamos presumir como templo del conocimiento, de la apertura y de la universalidad, en la misma ciudad de Lérida otra entidad, el Consorcio del Museo, adoptaba la postura contraria, el dontancredismo que, como pauta de desobedicencia de la Justicia, constituye también un valor alejado e incluso enfrentado con la ética. En ambos casos, hay un desafío a la Justicia que es uno de los cimientos del Estado de Derecho y, por tanto, se atenta directamente contra la democracia.

Dejando a un lado el suceso del despreciable rapero (sólo así se puede considerar a quien se ratifica en su querencia delincuencial y en la apología del terrorismo), el asunto que afecta más directamente a nuestro territorio constata que, efectivamente, la balanza se ha inclinado: la candidez del primer paso histórico ha dejado paso al escepticismo de quienes sostenían que se trataba de una auténtica tomadura de pelo. Lérida se ha quitado la careta y ha ratificado que, sin duda, su intención con el envío de las 23 piezas "del ajuar", como socarronamente han sido definidas, no era sino una demora de su obligación de entregar las 111 piezas que el juez Lobón había fijado para el lunes pasado. Quiere decir que, en este caso, se está incumpliendo la ley de manera flagrante y consciente, bajo la excusa de unas aclaraciones que son manifiestamente innecesarias. Significa esto que la buena fe sigue desaparecida en el litigio y que, como sucediera en 2017, habrán de ser las fuerzas del orden las que hayan de ejecutar el fallo judicial. Y, cuanto antes, mejor para cerrar esta infamia.