Opinión
Por
  • JESÚS SANAGUSTÍN

Jadiya y Rabab

España, este país democrático, desarrollado, europeo. Huesca, esta sociedad moderna, amable, solidaria, con equipo de fútbol en primera división y cuyo Ayuntamiento hace bandera del lema "Huesca inclusiva". Jadiya y Rabab, dos hermanas saharauis que vinieron a España hace dos años y medio, primordialmente en la búsqueda de una solución médica para la enfermedad que mantiene a una de ellas en una silla de ruedas y, ya puestas, en lograr una vida mejor, en derechos y en calidad, que la que les está destinada en su condición de personas abandonadas en campamentos de refugiados, sin perspectiva de solución política ni individual. En este tiempo, Rabad y Jadiya, así lo cuentan, han encontrado en España y en Huesca buena gente, han dado y recibido apoyo, ilusión y amistad. Sin embargo, también y sobre todo han encontrado un sistema legal excluyente, por no decir feroz, que las ha condenado a estar "sin papeles" y, por ello, sin derechos, que ha dificultado gravemente el tratamiento médico y que las ha abocado a depender de una burocracia irracional e ineficaz, con las ayudas puntuales de algunas ONGs, para sobrevivir. Bueno, pues el objetivo legal se ha logrado: Jadiya y Rabad viajan hoy a su desierto con su familia, donde el tratamiento necesario no es posible y donde no se adivina el futuro mejor que las ilusionó. Bien es cierto que dejan atrás otro desierto, uno democrático, desarrollado, europeo, inclusivo...