Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El paro arrolla el mercado laboral altoaragonés

polígonos industriales
El paro afecta al tejido empresarial altoaragonés
Pablo Segura

ESOS 12.512 nombres en las listas de la Sociedad Estatal para el Empleo dibujan un panorama horrible en la provincia de Huesca. Significa un incremento interanual del 45 %, en la cabeza de toda la geografía nacional y dentro de una comunidad autónoma especialmente castigada en este indicador. Y sin considerar los implicados en ERTE. Febrero ha sido, igual que en el del automóvil, un mes terrible, probablemente histórico, singular por la pandemia. Pone a prueba, sin embargo, la capacidad de reacción. El efecto de la crisis sanitaria en la economía es terrible en una economía en la que la terciarización implica una afección brutal en sectores como la hostelería, el comercio y los servicios. Desgraciadamente, es la estructura de la que nos hemos venido dotando desde hace lustros, con excepciones honrosas y edificantes como Monzón, Binéfar, Fraga o Sabiñánigo, cuya implantación industrial y agroalimentaria alivia los altibajos de las coyunturas recesivas.

Necesitamos un plan. Precisamos una estrategia. Quedarnos de brazos cruzados es morir un poco más, ahora aceleradamente, más adelante puede ser con lentitud, pero irremisiblemente. Nos podemos apalancar en los mantras, en la digitalización y el conocimiento, en la logística y en tantos otros términos en los que nos consolamos, uno de ellos terriblemente inmovilizador como es el del equilibrio. No, rotundamente no, la economía altoaragonesa para nada goza de esa facultad, de esa fortaleza. Ni siquiera demográficamente con un envejecimiento claro. Ni tampoco educativamente con alumnos que están condenados a salir de sus raíces para encontrar oportunidades. El conformismo, la comodidad, no es una opción. Tan sólo es el retrato colectivo de una sociedad que no quiera pensar ni actuar. Despertemos.