Opinión
Por
  • Javier García Antón

Pertinacia y pertinencia

Zinedine Zidane
Zinedine Zidane, entrenador del Real Madrid
Pablo Segura

MI AÑORADO Antonio Torres rebosaba ingenio. Tan sólo recuerdo que le replicaran en su humor imbatible el Chato Lasierra y Javier Badules. Los tres eran de la escuela “Harlem”. Leo afirmaba en una entrevista en nuestro diario hace unos años que nunca hacía chistes sobre sexo, religión y política, porque el talento se demuestra buscando el hueco en el que no se hieren sensibilidades. Ser zafio en la comedia es sencillo: sólo falta acudir a chascarrillos de mal gusto, imperfecciones físicas o debilidades de personas vulnerables. Una práctica común y triste.

A Antonio, en una entrevista radiofónica, le repitieron cuatro veces la misma pregunta. Con su talante impecable, replicó: “Usted quizás no haya entendido mi respuesta, pero le aseguro que sus oyentes sí”.

El domingo leía que Zinedine Zidane se había enfadado con un periodista, al que educadamente atribuyó la condición de cansino: “¡Siempre las mismas preguntas!”. Era la previa de un partido y el colega, erre que erre, con la renovación de Sergio Ramos.

Apenas un día después, escuchaba mientras bajaba del trabajo una rueda de prensa. “Míster, ¿cuál es la radiografía del vestuario?” “Señor, ¿hay preocupación entre los jugadores?” “Entrenador,, ¿percibe inquietud en la plantilla?” “Míster, ¿cuál es la fotografía del vestuario?” Al menos, habíamos transitado en este póquer tedioso de la radiografía a la fotografía.

En ocasiones, los de mi oficio confundimos la pertinacia con la pertinencia, y la contumacia siempre arrastra inoportunidad, incomodidad y vacío. Lo que de verdad turba es pensar que el destinatario adolezca de tal falta de criterio para seguir estas ondas. l