Opinión
Por
  • Javier García Antón

Mujeres líderes

Aspasia de Mileto.
Aspasia de Mileto.
Wikipedia

Uno de los muchos capítulos fascinantes de El Infinito en un Junco es el referido a la trascendencia de las mujeres en la Antigüedad Clásica, sometidas como estaban a la incomprensión y la desigualdad. La audaz Endehuanna -la primera que tiró de valor épico para publicar-, las influyentes Aspasia y Cleobulina, las controvertidas Safo o Hiparquia abrieron caminos que muchas centurias después prosiguieron figuras como las de Emilia Pardo Bazán, Victoria Kent o Clara Campoamor, entre muchas.

Hoy, cada año se acumulan desde hace nueve un centenar que se ofrecen para las votaciones del certamen Top 100 Mujeres Líderes de España, en diferentes categorías de acuerdo con sus ocupaciones. Representan -o no, quizás habría que buscar también perfiles anónimos para abarcar todo el universo admirable femenino- a una buena parte de lo mejor de la sociedad española. De hecho, en la primera edición, ocupó un lugar de honor mi amiga Noelia López Aso, hoy responsable de calidad en el grupo Ilunion, una heroína que prepara su libro con sus enormes capacidades compatibles con su parálisis cerebral. Lo compraré y aprenderé.

Este año, diez aragonesas han sido incluidas en ese centenar maravilloso que se puede votar hasta el próximo día 16. La propia Irene Vallejo junto a Carmen París y Soledad Puértolas en cultura; mi amiga Encarna Samitier en medios de comunicación (“Barbastro power”), Alicia Asín, Raquel Montañés; Estefanía Lacarte y Cristina Llop entre las directivas; las prodigiosas Clara Arpa y Esther Borao en institucional; Ana María Farré (fabulosa acción en Ibercaja) en el Tercer Sector, y Aurora Egido. Lo dijo Platón de Creta: quizás en vez de Patria, hayamos de llamar a Aragón “Matria”.