Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El último día de la normalidad

ambiente tiendas y bares 25 - 2 - 21 foto pablo segura
Nos hemos tenido que adaptar a la nueva normalidad.
Pablo Segura.

NO FUE exactamente un día rutinario. El 14 de marzo de 2020 la hostelería había cerrado, el comercio había bajado temporalmente las persianas, las empresas sostenían un tenso sábado sabiendo que, en muchos casos, el lunes no podrían abrir... Se habían adelantado por responsabilidad, como los ciudadanos se habían recluido por la misma causa en sus casas. Habíamos pasado en muy pocos días de la minimización del problema desde organizaciones internacionales y nacionales a la alarma más inquietante. Acompañaba una meteorología oscura, gris, de esos cielos densos que presagian las tormentas más truculentas.

En medio del desconocimiento, las autoridades buscaban tranquilizar demostrando a partes iguales ignorancia de las consecuencias y un punto de insensatez. Se anunciaban contagios y muertes que, en apenas siete días, se habían multiplicado por cuatro respecto a las predicciones. España se paró, probablemente porque no supo leer las lecciones que llegaban desde China y, sobre todo, Italia. Es como si no supiéramos entender los mensajes que provenían del cercano país transalpino. Desprovistos de mascarillas -no había y el gobierno las desaconsejaba, cuando hasta los remedios más caseros para proteger las vías respiratorios hubieran reducido el impacto-, sin aportes de la ciencia ante la pandemia, con muchos sectores maniatados, la industria que podría ayudar parada... La parálisis de la impotencia en una pirámide desde las altas jerarquías hasta la base. El balance es terrorífico, con muchas decenas de miles de muertos en España y millones de contagios. Y a la vez esperanzador por la rapidez de la investigación. A los fallecidos no los devuelve nadie, pero al menos debiéramos aprender la moraleja de la humildad.