Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Cumplir con probidad, la fuerza social

coronavirus Luzán Tecmolde
Recuerdo a Ramón Justes en uno de los hitos de las pantallas de Concahusa en Tecmolde
S.E.

LAS PÁGINAS que, durante estos dos días del aniversario del inicio del estado de alarma, hemos dedicado a los primeros fatídicos momentos y la sucesión posterior de acontecimientos públicos y privados constituyen una enseñanza que, de paso, renueva la fortaleza moral de las comunidades y de las personas. En estas dos ediciones, hemos reflejado buenas prácticas que están en el eje de la supervivencia individual y, por las peculiaridades del fenómeno que nos ha tocado sufrir, también grupal. Más allá de las responsabilidades, de los errores, de las imprevisiones y de las inquietudes, queda evidenciada en esta situación la capacidad del ser humano en global y de los altoaragoneses singularmente para extraer virtud de la necesidad, para resistir con la mirada puesta en la salida, para padecer realidades que no son justas, sean ineludibles o perfectamente evitables. En ese escenario volátil, ambiguo, complejo e incierto, se han abierto programas culturales como el que hoy recogemos de la DPH en medio de la zozobra de las compañías y de los referentes de la creación. Se han tejido redes de cooperación para aliviar la escasez de protecciones. Se ha combatido desde los balcones la tristeza que asomaba en los de enfrente. Se han multiplicado hasta el infinito los valores y los trabajos de las organizaciones del tercer sector. Lecciones que, más allá de que hayan estado acompañadas o no -que va a ser que no- desde los púlpitos públicos nacionales, nos sirven para demostrarnos que juntos somos mucho mejores.

Cumplir con probidad ahuyentando las sombras del individualismo. No es cierto que hayamos salido más fuertes. Ese sólo es un eslogan incluso inconveniente. Queda mucho por delante para recuperar pujanza, con el deber de no olvidar a quienes ya no están con nosotros.