Opinión
Por
  • Mayte Pérez (Consejera de Presidencia del Gobierno de Aragón)

Hoy tampoco es 8 de marzo

Actos por el 8M.
Actos por el 8M en Monzón.
S. E.

NO, HOY no es 8 de marzo. Ayer no fue 8 de marzo y mañana tampoco lo será. Pero todos los días son 8-M: es una obligación moral que el espíritu de la lucha que simboliza esa icónica fecha esté presente todos los días del año, en cada de nuestras acciones.

Estos días hemos cumplido un año desde que fuéramos plenamente conscientes de la pandemia. Han sido doce meses muy complicados, los más difíciles de las últimas décadas para la sociedad aragonesa. Un tiempo en el que nos hemos tenido que aislar de nuestros amigos y familiares, en el que hemos tenido que proteger a nuestros mayores, en el que nos hemos visto obligados a limitar la actividad de nuestros negocios y a aparcar nuestras vacaciones. Nadie lo ha pasado bien, pero si ha habido un colectivo especialmente castigado ese ha sido el de las mujeres.

Todos los indicadores, objetivos y subjetivos, nos llevan a concluir esto. La tasa de empleo ha bajado más en el colectivo femenino, caída que se ha cebado sobre todo con las madres de hijos menores. Frente a esto, paradójicamente, gran parte de los puestos de trabajo situados en la primera línea de batalla frente al coronavirus son de forma predominante femeninos, como sanitarios y sociosanitarios. En una etapa marcada por el refuerzo de la red de cuidados, han sido las mujeres en mayor medida las que se han echado sobre los hombros la carga doméstica o el cuidado de hijos y ancianos.

Además, la necesidad de permanecer en casa ha obligado a víctimas de violencia machista a estar más tiempo junto a su maltratador y ha añadido un plus de dificultad a la hora de denunciar estas prácticas execrables. Aunque no es fácil confrontar estas dificultades, desde las instituciones hemos tratado de mitigar las consecuencias del coronavirus en el colectivo femenino. En el Gobierno de Aragón fuimos conscientes desde un primer momento del panorama que se avecinaba y pusimos en marcha una estrategia basada en tres ámbitos: más información, más cercanía y más recursos.

Más información para que las mujeres tuvieran las capacidades y los conocimientos necesarios para reaccionar; más cercanía para conocer de primera mano, caso por caso, los problemas que iban surgiendo; y más recursos para que la asistencia de carácter tanto urgente como ordinaria a las mujeres no se viera resentida. Pese a nuestra voluntad, nadie puede negar que es una lucha compleja. Un escenario en el que hemos de lidiar, además, con una corriente regresiva que ha permanecido latente en estas décadas de avances sociales, pero que ahora se ha visto alentada por la aparición de partidos que niegan la existencia de una violencia machista. Mensajes y discursos que ningunean a la mujer, representantes políticos que nos quieren calladas, que idealizan un pasado de sumisión al que no estamos dispuestas a regresar.

Han pasado dos años desde la vuelta a las instituciones democráticas de la ultraderecha y son dos años en los que por su actitud retrógrada se ha perdido la unanimidad en las declaraciones a favor de la mujer y contra la violencia machista. Un partido que no es capaz de guardar las más mínimas formas, y que como vimos el lunes se refiere en sede parlamentaria al feminismo como “una minoría ruidosa y subvencionada”.

Nos tendrán delante, siempre. Nadie mejor que el colectivo femenino para confrontar estas actitudes reaccionarias con inteligencia y habilidad, pero también con firmeza y determinación.

Porque hay que repetirlo una y otra vez: en las últimas décadas hemos ganado muchas batallas en forma de avances sociales, pero aún quedan muchos hitos que lograr. Como ha dejado escrito el politólogo aragonés Víctor Lapuente, las mujeres “no romperán los techos de cristal si los hombres no friegan los suelos de baldosa”.

Los avances logrados, por cierto, siempre se han hecho realidad al amparo de gobiernos socialistas. Siempre. Lo afirmaba el diputado Pau-Marí Klose: “Como socialdemócratas, mujeres y hombres, sabemos que no hay verdadera libertad sin igualdad. Ser socialista pasa inexcusablemente por ser feminista”. Ha tenido que ser sin ir más lejos un gobierno del PSOE el que aprobara en Aragón la Ley de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Lo mismo con la ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación.

Pero no nos conformamos. No nos vamos a conformar. Por eso debemos reivindicar que, aunque no sea 8 de marzo, hoy sigue siendo 8-M. Ayer fue 8-M y mañana también lo será.