Opinión
Por
  • Javier García Antón

Fontaneros pirómanos

Curso de fontanería
Curso de fontanería "real".
S.E.

SIENTO profunda admiración por los buenos profesionales. Particularmente, por los fontaneros, sobre cuya historia asociativa tuve el honor de escribir un libro encargado por José María Laguna y Manuel Rodríguez Chesa. Empresarios y trabajadores que se entregan con probidad y esfuerzo en los vericuetos de las tuberías para que, al dar a un grifo o a un interruptor, vivamos el milagro del agua potable, la calefacción, el saneamiento y otros ingenios.

Hace poco más de tres décadas, se instaló en el imaginario colectivo la expresión de “fontaneros políticos”. Los que bajaban al terreno, a través de la prospección, las medidas concretas para la sociedad y, de paso, impulsaban como si fuera un chorro de agua caliente a sus líderes, en este caso arquitectos sociales, hacia el poder. Así se le definió a posteriori, nunca entonces, a mi querido y añorado Ramón Justes, cuya perspicacia le ofrecía una agudeza visual para observar lo que al común de los mortales se nos había vedado por limitación natural. Luego demostró esas habilidades en Enate. Camino el de la brillantez en la iniciativa privada imposible para sus sucesores en toda España, salvo las discutibles "puertas giratorias".

Progresivamente, igual que en el conjunto de ese arte de la política que debiera pensar en cómo convertir en posible lo ideal, el deterioro ha sido deprimente. A la condición de fontanero, se le ha atribuido como gran virtud la de la listeza picaresca y la carencia absoluta de escrúpulos. Maquiavelo en versión zote. Ese cóctel de temor y respeto a quien ejerce de “torquemada” de propios y extraños, de compañeros, rivales y medios informativos, ha adquirido condición burda pero preeminente.

La expresión más reciente, en Murcia, con los dos muñidores de los grandes partidos en tono zafio del que aprenden “los nuevos”. Intrusos que rompen el grifo de la esencia democrática con graves averías. Pirómanos contra el valor del fontanero. Están al acecho. l