Opinión
Por
  • Beatriz Ciria

Balada triste por una buena sanidad que agoniza

Vacunación en Aragón
Vacunación en Aragón
Agencia EFE

Sábado, 6 de marzo de 2021, dos síntomas de la covid y la paranoia lo eclipsó todo. Con el fin de descartar, el domingo llamé a urgencias a lo largo de la mañana, líneas ocupadas, no lo cogieron. Por la tarde, volví a intentarlo y tampoco. Así que, con fiebre, cogí el coche y me fui para allá. En la ventanilla me tomaron la tarjeta sanitaria, escucharon pacientemente los síntomas, me pidieron un número de teléfono, y me dijeron que me llamaría el médico en un cuarto de hora aproximadamente. Tomé el coche de vuelta y nada más llegar, me llamó una doctora. Me trataron con mucha amabilidad, pero al mismo tiempo me quedó el sabor agrio de una derrota más. Y son tantas.

Es kafkiano que se tenga que pedir vez por teléfono para ir a urgencias. Es lo siguiente cuando no te cogen una llamada ni aunque seas el lucero del alba. Es lo siguiente de lo siguiente cuando tienes que ir sin permiso porque no te han pillado la llamada. Y es lo siguiente de lo siguiente de lo siguiente cuando tienes que volver a tu casa porque te van a atender por teléfono. Menos mal que no se me pidió que me pusiera el auricular en el pecho y dijera 33, porque ya estarían en Cascala desde hace horas.

Cuento lo que sé porque me ha pasado a mí. Me han contado protocolos mucho más absurdos que el que me ha tocado vivir y aun así, esto es de juzgado de guardia. ¿De verdad vamos a tener que ir al juzgado para conseguir que nos atiendan presencialmente en la Seguridad Social? ¿vamos a tener que ir acompañados por la policía judicial para que nos ausculten?

A la hora de contabilizar las víctimas de esta pandemia, van a tener que diferenciar entre muertos con covid y muertos por covid. Por covid porque no estamos siendo atendidos de otras patologías cuando debiéramos ser atendidos, porque se nos ha metido tanto miedo en el cuerpo que no nos hemos atrevido a asistir a urgencias cuando todavía estábamos a tiempo; porque no funciona la atención primaria, ni la medicina preventiva; porque no somos atendidos si no es de covid, y aun así, si no necesitamos ingreso, una caja de paracetamol y para casa; porque estamos sobre estresados desde hace un año, y el estrés mata.

Desde, por lo menos, el 2008, estamos oyendo que la sanidad pública no es rentable. Parece que como institución que administrar, las empresas privadas, con su proverbial generosidad, van dando mordiscos a los sectores más deficitarios de la sanidad para asumir las pérdidas públicas y sanear las arcas del Estado. Como institución con la que se da atención médica, no parece que sea deficitario aportar para su funcionamiento y que no cumpla con ninguna de las funciones propias de un servicio de salud: ni atención primaria, ni detección precoz, ni medicina preventiva, ni urgencias… Los profesionales están haciendo lo que pueden y más, lo que desde aquí estoy demandando es que nuestros gobernantes se dejen de alabanzas a los trabajadores, a los que están exprimiendo sin tregua, e inviertan en sanidad. Como usuaria solicito que inviertan en más personal, en ampliación de servicios, estabilización de plantillas… o sea, justo en donde presuntamente es más difícil obtener mordidas; que dejen de especular y se lancen a invertir el dinero público en servicios públicos que de ninguna de las maneras deben ser tratados como negocio y que comiencen por invertir el dinero que se recortó sin piedad desde el año 2008.