Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

La nueva estación de Canfranc

Estación de Canfranc
Estación de Canfranc
D.A.

LAS PIEDRAS de la Estación de Canfranc escucharon tantas promesas, tantos anuncios, tantos plazos, que habían caído en el escepticismo. Declaraciones de intenciones solemnes en sede parlamentaria, proclamas y discursos en la conmemoración del maldito derrumbe del puente, interpelaciones y defensas, notas de prensa, a la par que avances escuálidos. Y, por fin, ayer se puso un broche de oro a la dignificación a través de un proyecto que, más allá de análisis más o menos exigentes, ha estado dotado no ya sólo por el rigor sino por la audacia del equipo del consejero José Luis Soro, que ha demostrado que la pasión puede ser el impulso definitivo del estudio sobre el papel y la ejecución en las obras. El ministro Ábalos participó en el acto protocolario para un día plenamente festivo, porque este monumento funcional y modernista ha recobrado su razón de ser empujado por los anales de una historia fascinante plena de misterios, de fulgores y de penurias.

Con la apertura de la estación y de las vanguardistas playas de vías, se cumple una parte del proyecto global que sólo estará completado con la recuperación definitiva de la línea férrea internacional con unas prestaciones y una capacidad muy superiores al momento de su interrupción, bien dimensionada y útil para los usos varios entre los que el aspecto turístico no es menor. Horadar el Pirineo para encauzar unas comunicaciones óptimas constituye algo más que un deseo y una aspiración, es un deber del que nos beneficiaremos a ambos lados de la cordillera, conscientes de que, cuando el viaje sea en sentido a Canfranc, los visitantes o los profesionales estarán anhelantes de llegar a un edificio emblemático, singular, dentro de un complejo atractivo para gozar de un enclave pirenaico de ensueño. Felicidades.