Opinión
Por
  • Ignacio Almudévar Bercero

Sector alimentario y ODS

alimentación
La alimentación es fundamental para el futuro
Pablo Segura

ES NECESARIO aumentar un 70% la producción de alimentos en los próximos 30 años, así que pocos sectores pueden tener tan clara su visión para el futuro como el agroalimentario. Con la dificultad añadida de que cada año perdemos superficie cultivable y muchos de los recursos que necesitamos son finitos. La alimentación humana está vinculada al futuro del planeta, donde la falta de alimentos es en sí misma una pandemia. Avanzamos en I+D+I como clave para aumentar la productividad manteniendo la superficie agraria para dar de comer a los más de 9.000 millones de personas que habrá en el mundo en el 2050. Sistemas productivos sostenibles y de economía circular, digitalización y la vertebración del territorio mediante el relevo generacional son los aperos para evolucionar nuestra mentalidad. Las metas son claras: no a la pobreza, no al hambre, salud, bienestar y educación de calidad, agua, producción y consumo responsable, ciudades sostenibles, energía asequible y fundamentalmente la acción sobre el clima.

Somos actores principales en la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. El objetivo número 2 es el de “hambre cero”, si la población mundial alcanza los 9.600 millones de personas en el 2050, manteniendo el actual estilo de vida, será necesario el equivalente a casi tres planetas. El tercero, “garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades”. En nuestras manos está el seguir avanzando en lo natural, disminuyendo el uso de antibióticos en la producción animal para evitar una de las próximas crisis sanitarias que será la lucha contra las superbacterias. En el 2050 está previsto que estas sean la principal causa de muerte en el mundo. El sexto “garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. Los agricultores y ganaderos debemos seguir avanzando también en lo natural y lo circular. La agricultura de conservación y la de precisión con el sistema Isobus de comunicación, los satélites, drones, inteligencia artificial y otros, nos ponen a nuestro alcance una excepcional información que debemos interpretar con “inteligencia humana” para producir más y mejor con menos. El número doce, “producción y consumo responsables”. El consumo y la producción mundiales (fuerzas impulsoras de la economía del planeta) dependen del uso del medio ambiente natural y de los recursos de una manera que continúa teniendo efectos destructivos sobre el mundo. El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado acompañado de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro (y ciertamente, nuestra supervivencia). El consumo y la producción sostenibles se refieren al uso de servicios y productos conexos, que responden a las necesidades básicas y aportan una mejor calidad de vida minimizando al mismo tiempo el uso de recursos naturales y materiales tóxicos, así como las emisiones de residuos y contaminantes durante el ciclo de vida del servicio o producto para no poner en peligro las necesidades de las generaciones futuras. Cada año, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos se desperdicia mientras 2000 millones de personas en todo el mundo tienen sobrepeso y más de 1000 millones pasan hambre. El catorce, “vida submarina”. Una de nuestras principales herramientas para el futuro de la agroalimentación en la que trabajamos y aún queda mucho camino por recorrer, es el uso de abonos orgánicos, bioestimulantes y preventivos con origen en las algas marinas, una excepcional fuente proteica y carbonatada capaz de aportar nutrientes y energía por vía foliar de manera natural, incrementando la producción de materia orgánica en equilibrio con el medio ambiente. Todo esto nos ayuda a cumplir el objetivo 15: “Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras, deteniendo la pérdida de biodiversidad”.

Para facilitar la implantación de la sostenibilidad en la industria agroalimentaria, en sus tres vertientes ambiental, social y económica, el Ministerio de agricultura ha desarrollado una herramienta de autoevaluación, eSIAB. Un sistema de valoración de la sostenibilidad que “estandariza” la forma de valorar o “cuantificar” el grado de integración de esta, por parte de cada empresa u organización.

Tu futuro, depende de los demás y el de los demás depende de ti.

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