Opinión
Por
  • Fernando Alvira

Patrimonio y celebraciones: La Confianza

Ultramarinos La Confianza
Ultramarinos La Confianza
Rafael Gobantes

Debo reconocer que no soy especialmente adicto a las celebraciones divisibles por cinco. Creo que el hecho de que algo o alguien sea susceptible de ser recordado –pongamos como ejemplo la catedral de Jaca o Francisco de Goya–, no depende de que haya transcurrido un número de años que acabe en cero o en cinco desde su levantamiento, su aparición o su desaparición… cualquier año debería servir y cualquier mes y cualquier día.

Admito sin embargo que para quienes somos especialmente desmemoriados un aviso de vez en cuando resulta casi imprescindible. Revivir el patrimonio de todo tipo que nuestros antepasados ha hecho que llegara a nosotros puede parecer a algunos un ejercicio inútil de romanticismo, impropio de estos tiempos que solo quieren mirar al instante que acontece. Pero la razón de ser de esos recuerdos no es sino su esencial aportación al futuro. Esos algo y esos alguien son ejemplos de los que aprender a construir el futuro de quienes nos sucedan. Por lo que merecen una mirada profunda que analice sus aciertos y sus fallos en cualquier momento, aunque la cantidad de años transcurridos se corresponda con un número primo.

El patrimonio heredado de épocas pretéritas no se compone solo de tres tremendos edificios más tres pensadores, caudillos o genios de las artes que coexistieron en una franja de tiempo más o menos lejana. Hay piezas menores dispuesta a hablarnos de la manera de solucionar los problemas con simétrica intensidad a la que nos proporcionan las grandes obras y figuras reproducidas y fotografiadas millones de veces.

En 1871, por ejemplo, en uno de los círculos que ocupan los cuatro ángulos del techo del Comercio de La Confianza, un joven y beligerante catedrático del Instituto de Huesca, León Abadías, estampaba su firma con la caligrafía exquisita que le acompañó toda la vida. Había preparado una composición decorativa pintada directamente sobre el techo con cenefas que encerraban en sus huecos instrumentos a la venta en el establecimiento y los escudos de las naciones europeas punteras en los negocios a ambos extremos. Para el centro una tela circular con la alegoría del comercio y equidistantes otras dos telas octogonales con sendos bodegones asunto en el que el pintor oscense brillaría a lo largo de su carrera.

El techo cuenta con un estudio detallado de Manuel García Guatas en el libro Comer en Huesca una de las obras fundamentales de la gastronomía altoaragonesa editada por la DPH que firmó José Manuel Porquet en 1989.

Han pasado 150 años y se hace necesaria la conmemoración de la puesta en marcha de un establecimiento que, sin haber nacido para ello, ha sabido mantener durante un siglo y medio el aroma de las tiendas de ultramarinos y se ha convertido en una de esas piezas del patrimonio que no necesitan aparecer en los grandes epítomes de la historia del arte. El tiempo transcurrido ha visto pasar por su mostrador sagas familiares cuyo trabajo ha sido necesario para que podamos considerar como parte de nuestra herencia patrimonial un espacio abarrotado de elementos que nos llevan a la infancia no solo nuestra sino de nuestros padres y abuelos; un espacio que encontró hueco en su día en las páginas nada menos que del New York Times…

La Confianza es un capítulo del legado que nos informa de esa parte de nuestra historia tan importante como los grandes acontecimientos en los que los historiadores dividen el transcurso de los hombres. Que el ayuntamiento haya decidido otorgar la parrilla de oro a la familia que regenta actualmente la tienda es algo laudable. Pero quizás sería igual de justo que las Instituciones les apoyaran no solo con buenos deseos en la recuperación de la obra más conocida de un pintor que merece una atención mayor de la que se le presta.

La Confianza es una de las visitas obligadas para cualquiera que quiera realizar un recorrido turístico por la capital altoaragonesa. Su techo se suma a los alfarjes mudéjares del salón del Tanto Monta y el palacio de Villahermosa y al pintado por Antonio Saura para la Diputación de Huesca. Un tour turístico recomendable. l

Vicepresidente de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis