El fútbol vuelve a los estadios

DIFICULTADO como ha estado hasta el extremo por las restricciones, con una merma de ingresos muy importante, el fútbol venía reclamando su cuota de responsabilidad en la gestión de la vuelta de los públicos a los estadios. No había una demanda caprichosa, como lo demuestra el hecho de que los equipos profesionales han sido de los primeros que han dispuesto para sus trabajadores (no sólo los futbolistas) los métodos de detección del virus, que es tanto como atribuirles con justicia una importante audacia en las tareas de protección.

Las sociedades que rigen los equipos han sido, además, disciplinadas, como es el caso -no único, sino bastante generalizado- del Huesca. Y, sin embargo, ha llegado un momento en el que, con la vacunación en marcha, con olas más moderadas y con otras modalidades deportivas en las que el Consejo Superior ha admitido público en las gradas (véase el Conde de Godó con la heroica final ganada por Rafa Nadal), es imprescindible que los aficionados vuelvan a dar un sentido, con aforos contenidos eso sí, que es indispensable en el principal de los deportes por número de seguidores. Ya se ha puesto como horizonte el 8 y 9 de mayo, unas fechas en las que, salvo que medie un sobrevenido empeoramiento súbito de la situación sanitaria, El Alcoraz volverá a sentir las ovaciones del respetable, confiemos en que sea para el camino hacia la salvación de categoría. Seguramente, con una tendencia a la normalización progresiva, polémicas como la de la Superliga dejen paso la pasión del fútbol, de los debates, de las discusiones, porque es lo que precisamos también como terapia frente a los dramas y las tragedias que se han agolpado durante más de trece meses. Será, sin duda, un síntoma para la esperanza.