Opinión
Por
  • Antonio Casado

PSOE contra PSOE

Ángel Gabilondo
Ángel Gabilondo
Agencia EFE

NO HACE tanto tiempo. Fue exactamente el 23 de marzo, hace poco más de un mes, cuando el candidato socialista a las elecciones de Madrid, Ángel Gabilondo dijo alto y claro: “En este clima de extremismo yo digo no a Podemos”. Ese mismo día, en una tribuna abierta de “El País”, declaraba su aversión a la bronca. “No me gusta vociferar”, “será porque el descaro y el insulto no me representan, será porque no creo en el odio ni en la tensión, será porque no soy un político de marketing”. Era el Gabilondo de “con este Iglesias, no”. El verdadero. El que siempre fue ejemplo de sensatez, moderación y racionalidad. Hasta que sus jefes políticos le alistaron contra su voluntad en la cruzada antifascista de Iglesias y lo convirtieron en el Gabilondo artificial y crispado que nunca fue.

En Moncloa han hecho un pan de obleas al forzar ese giro en la campaña del candidato socialista. En mi columna de El Confidencial lo he llamado “El harakiri de los necios”, porque con ese cambio han malogrado la oportunidad de rentabilizar en las urnas las virtudes propias, no impostadas, de quien, con ese perfil propio y reconocible, había ganado sobradamente a Ayuso en las anteriores elecciones. Con ese perfil propio de “soso, serio y formal”, hoy sería el candidato más valorado, en la campaña embrutecida por los extremos. Quiero decir que el “soso, serio y formal” que fue al principio de la campaña, sería la estrella ascendente después del “reality” en la Ser y las cartas-bala. A la vista de la polarización protagonizada por Iglesias (Podemos) y Monasterio (Vox) el Gabilondo “soso, serio y formal” no estaría a la baja en todas las encuestas ni a punto de dejar al PSOE en estado de alarma política.

Pero insultar la inteligencia de los votantes tiene un precio. Los socialistas van a pagar el seguidismo al exvicepresidente del Gobierno. Castigados por alimentar el rechazo al tándem Sánchez-Iglesias que venía frenado por la sensatez de Gabilondo. Cuando este dijo lo de “Pablo, tenemos doce días para ganar” y entró en la histérica cacería de fascistas, que es como disparar contra el humo de la historia, quedaron definitivamente arruinadas las posibilidades del ahora atribulado profesor. El PSOE retrocede al apuntarse a la bronca. La fallida manera de movilizar a la izquierda frente a la escalada de Ayuso (PP) solo ha favorecido a MM, que es Podemos sin macho alfa, sin circo, sin narcisismo-leninismo, sin insultos. Al original le jalean los mismos.

Y el PSOE cae en todos los sondeos. Por meter a la Guardia Civil en campaña. Por hacernos creer a los que nunca votaremos a Vox que si manda la ultraderecha corremos peligro de muerte (ministra Maroto dixit). Y por ejercer de tontos contemporáneos al plantear dilemas obsoletos, estúpidos, falsos, como ese que nos anima a ser antifascistas o anticomunistas. Idiotismo puro y duro.