Reformas serias y eficaces
LA PRESENTACIÓN del plan de Italia para la recuperación por parte de Mario Draghi ha provocado un subidón de ánimo en el país transalpino, donde recordemos que gobierna un ejecutivo de concentración salvo un partido a la extremísima derecha. La nación que va a recibir más fondos de toda Europa y que va a completar con 59.000 millones propios hasta los 248.000 ha diseñado una programación para los próximos años que incluye como fundamento para relanzar la economía reformas estructurales en materias tan básicas como la educación, la sanidad, la justicia y la demografía, en un paquete de quinientas medidas que los italianos esperan ver cumplidas en un alto porcentaje, por el escepticismo que invade a unos ciudadanos que han visto en el último medio siglo grandes diseños gubernamentales y poca ejecución.
El planeamiento italiano contrasta con la inconcreción española, que espera -como algunos otros países- hasta el último momento para presentar su estrategia. Reformulada estérilmente la educación en tiempo en que tocaba repensarla, sin atisbos de examen de conciencia sobre el sistema sanitario, España además camina con su inquietante pesadez del mercado laboral. Aunque la provincia altoaragonesa ha disfrutado un buen primer trimestre de la EPA, la contextualización en la coyuntura con estadísticas contaminantes como la de los ERTE reclama abandonar todo tipo de triunfalismo -también la parálisis por la vía negativa- y sumar voluntades para voltear algunas ineficiencias por la vía del anquilosamiento de los viejos modelos para reemprender con la administración del futuro, las empresas del futuro, las profesiones del futuro y los sectores que exigirá el bienestar de toda la sociedad. Recetas renovadas desde mentes abiertas, sin autocomplacencia ni destrucción.
