Opinión
Por
  • Javier García Antón

Seguir p'alante

Club de Tiempo Libre de Valentia, hace unos cuantos años ya
Club de Tiempo Libre de Valentia, hace unos cuantos años ya
D.A.

AUNQUE entre Marlaska y el gobierno foral pretendan alejarnos de Navarra (sin la Guardia Civil no es lo mismo), una pulsión emocional me lleva de vuelta a mi tierra de origen. La misma, racional y pasional, que arraiga a la de adopción a un tipo tan fato como yo. Cuando ves un video como el que presenta el proyecto Mujeres Capaces de la Universidad de Navarra, aprecias que aquella denominación de “Vida y normalización” para la publicación de Valentia que acuñamos con José Luis Laguna representa la argamasa de la humanidad y su ética.

En el audiovisual, aparece Sara Gastón Barguilla, que es una niña de mis ojos, la alegría en tiempos difíciles, la enseñanza de que la vida trasciende las idioteces a las que otorgamos importancia cuando no son más que banales. Sara, cuya trayectoria a punto de llegar a la treintena da para un libro -¡hum, quién sabe!-, es un paradigma que nos educa a su entorno, aunque esta porquería pandémica nos separe físicamente. Expone que la discapacidad no es una enfermedad, sino una oportunidad para “seguir p’alante”. P’alante es la expresión foral por excelencia, “si se hunde el mundo que se hunda, Navarra siempre p’alante”. A Sara, la existencia le ha colocado ante escollos que para otros -yo- serían insalvables. Y, sin embargo, siempre ha respondido con esa sonrisa maravillosa y unos redaños que para mí los quisiera. Ha trabajado en el Parlamento Europeo y de conserje ahora en Pamplona, donde el Baluarte no es el edificio, sino sus padres, Charo y Pablo (ojo, por este orden).

Sara es extraordinaria en su normalidad, empática, amable, dulce, inquieta, curiosa y observadora. Capacidades que nos entroncan con nuestra discapacidad. Una lección para aprender o cegarnos en la iniquidad.