Opinión
Por
  • Javier García Antón

Sus Labores: las paganas

Matadero
Exposición de labores en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner
D.A.

EN ANACRONISMO del que no se ocupa la ministra del ramo, pervive la vetusta acepción de Sus Labores para explicar el trabajo que desempeña una persona dedicada exclusivamente a los trabajos de su hogar. No sólo padecen invisibilidad, sino hasta menosprecio desde la clase pública general, que apenas es capaz de concebir tal libertad de elección, que en países como Alemania es valorada por la aportación importantísima al cuidado de mayores, niños o dependientes. Aquí, en nuestro patrio desdén, acabamos de conocer que se penalizará fiscalmente a aquellos domicilios donde uno de los cónyuges se dedica a S.L., amas-amos-ames de casa. También, en la nueva ocurrencia presentada a Europa, saldrán castigados los apenas mileuristas que, al eliminar la reducción por declaración conjunta, verán en la casilla correspondiente un agujero negro que ni los que circundan nuestro sistema solar.

Hace más de veinte años, el candidato Joaquín Almunia concurrió ante Aznar por la presidencia del Gobierno con dos promesas estrella: la remuneración a las amas de casa con personas a su cargo (durante muchos años, casi todas) y abrir los colegios de 8 a 20 horas. Ya lo decía Javier Nart: los padres votarán a Almunia, pero en las futuras generaciones se proyectará la figura del ogro que los enclaustró en los centros.

A las entregadas a Sus Labores, se les condena a la trampa del lecho de Procusto, el coloso posadero que, para ajustar a los huéspedes a sus camas, los descoyuntaba o les cortaba las extremidades. Existe, sí, una diferencia: enfangados en extrañas terminologías de género, ya nadie se acuerda de ellas ni en campaña electoral. Sólo para condenarlas al remordimiento tras el sartenazo fiscal. ¡País!