Opinión
Por
  • Fernando Jáuregui

Sobre peajes y otros atracos

peaje autovía
El Gobierno prepara pago de peaje en las autovías para 2024
D.A.

Concluyeron las elecciones madrileñas como concluyeron y, de pronto, todo fueron anuncios poco agradables para nuestro futuro procedentes del Gobierno: lo del alza de los impuestos queda para no mucho más tarde, en efecto se suprimirán los beneficios a las declaraciones conjuntas de la renta, sube la luz, alza considerable de la presión fiscal al diésel, suben los billetes de avión y... habrá peajes en casi todas las autovías, y vaya usted a saber en cuántas carreteras más, a partir de 2024. España se consolida como un paraíso de la inseguridad jurídica, ese país donde de pronto te enteras de los ‘diktats’ procedentes de los gobiernos. Y, por cierto, donde te van contando, gota a gota, cuánto habremos de apretarnos el cinturón a cuenta de lo que se ha prometido a la UE para captar los famosos fondos de reconstrucción.

O sea, que se ha aguardado al final de las elecciones madrileñas, que han sido mucho más que madrileñas, como todos sabían, y ha venido una cascada de noticias que nos hacen pensar que, por ejemplo, va a ser imposible una vuelta a la ‘normalidad’ de aquellos plácidos, relativamente baratos, paseos en automóvil: el viajecito nos puede costar un ojo de la cara. Y encima nos lo explican desde Fomento diciéndonos que es lógico, que hay que pagar por usar las carreteras y por, encima de eso, por contaminar.

Supongo que alguien, de aquí a 2024, reflexionará sobre las consecuencias de esta medida, que encarecerá los precios -el transporte de mercancías mayoritariamente es por carretera-, afectará a las ventas de coches y lastrará nuestros planes profesionales y de ocio. Y es que las medidas ni se pueden tomar así, sobre el papel y fruto de una decisión súbita que copia lo peor de nuestros vecinos franceses, ni sin un mínimo consenso con las fuerzas sociales y políticas. Y, encima, culpándonos a los usuarios por ‘atrevernos’ a usar las carreteras, con lo que eso contamina.

Hay que decirlo una vez más: la falta de seguridad jurídica, la opacidad como principio rector de las acciones gubernamentales, la política basada en la imagen y en el palo y la zanahoria al ciudadano, es simplemente nefasta para un país. Quizá en estos modos y maneras, que generan en la ciudadanía una profunda desconfianza hacia sus representantes, haya que buscar el varapalo sufrido por el PSOE el pasado martes, y no en que si las cañas y los berberechos de Ayuso o la sosería de un candidato, o qué se yo cuántos pretextos más para no asumir la verdad: la gente empieza a estar harta de este modo de hacer ‘política’ y lo escribo así, entre comillas. Por cierto, yo creía que cuando pago mis impuestos, que a veces son tan confiscatorios, también se incluían las carreteras, ¿o eso ya tampoco es así?