Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

No es esto, no es esto

Fin del estado de Alarma. Dispositivo policial / 08-05-2021 / Foto Rafael Gobantes[[[DDA FOTOGRAFOS]]]
Dispositivo policial tras el fin del estado de alarma en Huesca
Rafael Gobantes

UNA DE LAS MÁS PRECLARAS expresiones de Ortega y Gasset en los momentos convulsos en los que España se encaramaba en un escenario guerracivilesco ayuda a aportar luz en cualquiera de las coyunturas en las que la irreflexividad conduce hacia unas consecuencias inopinadas, inquietantes. Importantes autoridades científicas internacionales sostienen que la perpetuación de la pandemia obedece a la incapacidad de los gobiernos nacionales de aportar coherencia, firmeza y flexibilidad -son muy compatibles- al catálogo de decisiones ante una necesidad imperiosa, precisamente, de ofrecer respuestas versátiles a situaciones complejas y cambiantes. Es como si el acrónimo VUCA -Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo- se hubiera apoderado del panorama por la manifiesta incompetencia de propios y extraños.

El fin del estado de alarma es una maniobra en la que todos nos ponemos las zancadilla y, en la caída, a ras de suelo está un espejo en el que se aprecia la mezquindad intelectual y moral que nos ha absorbido en medio del magma de la confusión de una forma colectiva. Desde el ejecutivo central en su efecto acordeón en el que unas veces ha sido intervencionista total y otras se ha decantado por la moralina de la permisividad para retratar a los autonómicos, a su vez superados tanto por las curvas de contagios, hospitalizaciones y muertes como por la indisponibilidad de los mecanismos imprescindibles para responder a una mayor apertura, pero también hasta llegar a la sociedad que no ha sabido aplicar la pedagogía suficiente para hacer concebir a los jóvenes -a los que se les ha lastrado catorce meses de su vida- la trascendencia del concepto de responsabilidad. Si, como es previsible, hay que dar una vuelta atrás, habremos de preguntarnos si somos unos reales ineptos.