Opinión
Por
  • Félix Rodríguez Prendes

Danos hoy nuestro pan de cada día

Procesión de Viernes Santo en Huesca
Procesión de Viernes Santo en Huesca
Pablo Segura

De las siete peticiones del Padrenuestro, ésta, la cuarta, que une las tres que se refieren al Reino de los Cielos con las tres que se refieren a nosotros, nos tiene que hacer reflexionar que el cristiano no es un hombre que vive en el Cielo, es evidente, pero tampoco debe ser un hombre que viva en la Tierra completamente, ni tampoco entre el Cielo y la Tierra, en una especie de tierra de nadie; nosotros los cristianos vivimos en el Cielo y en la Tierra a la vez.

El pedir el pan de cada día significa no pasar la vida obsesionados por la aritmética, por las seguridades terrenales, sino confiados en que también nuestra vida terrena depende del Señor. Orar diciendo “danos nuestro pan de cada día” es la oración de los sencillos, de los humildes, de los que viven confiados en el Señor, que es Señor del Cielo y también de la Tierra. El rezar así es, de antemano ya, conformarse con lo suficiente. No debería quitarnos el sueño pensar en qué ocurrirá mañana, Ya nos dice Jesús: “No os preocupéis por vuestra vida acerca de que comeréis, (…) son las gentes del mundo las que se afanan por estas cosas. Bien sabe vuestro Padre lo que necesitáis” (Lc. 12, 22). Dios proveerá o “Confiemos en la Providencia”.

Hay quien piensa que vivir dependiente de lo que Dios quiera, es una actitud de loco irresponsable, sin embargo el que vive dependiendo de Dios cada día esperará de El su protección y por su parte pondrá los medios para colaborar con la Providencia.

La semana pasada tuvimos la desagradable sorpresa de saber el resultado de la encuesta de la EPA, cinco millones largos de parados en España, cinco millones de tragedias, porque el estar parado no solo es la causa de falta de recursos, más de un millón de familias sin ningún ingreso, que ya es grave, sino la sensación de marginación que debe sentir el que no encuentra ningún tipo de trabajo con la consecuencia de degradación moral en que uno debe verse inmerso a poco que no tenga miras más altas. No sé el tiempo que puede soportar un país una tragedia de estas dimensiones. Para mí es inconcebible, el Señor siempre me ha protegido en el sentido de que ni siquiera, desde que terminé la carrera, he tenido que buscar trabajo, es un experiencia que el Señor me ha ahorrado y eso hace que a veces no me encuentre legitimado para decirle a nadie que confíe en el Señor, que El se preocupa de todos sus hijos, cuando sabes de gente que ya no puede comer todos los días.

Cáritas, los bancos de alimentos, son manifestaciones de la Providencia divina pero es insuficiente y además no mitigan la otra hambre, la de sentirse persona útil. ¿Qué podemos hacer? La pregunta está mal formulada porque no depende solo de nosotros. Lo suyo sería pedirle al Señor la iluminación suficiente para ser instrumento de respuesta a la petición de tantos “Danos nuestro pan de cada día”.

Empezamos el mes dedicado a María; ella debería servirnos de inspiración para poder decir a la gente que vivir abandonado a la voluntad de Dios, no es ser una marioneta de Dios, no tiene por qué ser un persona inactiva, “el que no trabaje que no coma (se entiende el que no quiera trabajar) (II Tsln. 3,10) . El vivir dependiente de Dios significa ser consciente de la dignidad que significa ser hijo de Dios, abandonarse no es sinónimo de cruzarse de brazos. Abandonarse es estar atento a lo que Dios quiere de mí. El hombre que se pone en manos de Dios no se aleja de los demás, concibiendo su salvación como algo exclusivo y privado sino que como dice Benedicto XVI “solo entonces su corazón se despierta verdaderamente y él se transforma en una persona sensible y abierta”.

En una sociedad tan paganizada como la nuestra donde “tanto tienes, tanto vales”, pidamos al Señor la sensibilidad para adivinar el sufrimiento de nuestro hermano, a veces puede ser nuestro vecino, nuestro pariente o amigo, y que nos dé la sensibilidad para poder ayudarle sin herirle. Que entienda que no me debe nada, que yo solo soy la respuesta a su oración: “danos hoy el pan de cada día”. Muy difícil sí, pero hay que ponerse en marcha, no nos podemos quedar en eso.