Opinión
Por
  • Javier García Antón

Derechos del cerebro

Cerebro
Yuste reclama derechos para el cerebro
S.E.

LA PRIVACIDAD máxima de una persona es lo que piensa, pero ahora ya empieza a ser posible descifrarlo”. Expresión de Rafael Yuste, neurobiólogo madrileño de la Universidad de Columbia en Nueva York y del Donostia International Physics Center de San Sebastián, que entre sus logros reconocidos mundialmente se halla el de convencer a Barack Obama para desarrollar la Iniciativa Brain, que pretende entender el funcionamiento del cerebro a través gracias a la tecnología. Una nueva vuelta de tuerca en torno a la Inteligencia Artificial que abriría el camino no sólo a los pensamientos conscientes, sino también al subconsciente.

Rafael Yuste, como tantos promotores de grandes descubrimientos que han transformado la humanidad, alberga una preocupación racional y razonable: el uso que se puede realizar con ese acceso ilimitado no ya a las conexiones y las neuronas, a lo que pensamos cada uno de nosotros, sino incluso a la imaginación que marcará en un momento determinado nuestras reacciones. Y, más allá, con técnicas e implantes que ya se están experimentando, la fase subsecuente consistirá en influir en las decisiones. La experimentación derivará en algunos beneficios para personas con dificultades neurológicas, con discapacidades y disfunciones, pero también puede ser un arma letal en combate.

El neurocientífico ha alertado de la necesidad de establecer unos neuroderechos mundiales para evitar las peores aplicaciones, estableciendo un marco ético invulnerable. Y, de momento, el único país que le ha comprado la idea es Chile. Los profetas nunca han triunfado en su tierra. Y, mientras tanto, China avanza con recursos multiplicados por mil. Acojona, ¿a que sí?