Opinión
Por
  • Javier García Antón

Críticos, sí; tóxicos, no

sd Huesca 0 valencia 0 descenso del Huesca 22 - 5 - 21 foto pablo segura[[[DDA FOTOGRAFOS]]]
Pacheta, al final del partido ante el Valencia.
Pablo Segura

LOS LIBROS tienen el sentido de la oportunidad. Acuden con los mensajes que necesitamos en los instantes adecuados. Sábado noche, mientras el mundo disfrutaba Eurovisión, en mis manos Filosofía ante el Desánimo. Mi cabecera de ahora, imposible mejor elección tras la decepción ante el Valencia. Y, providencialmente, el marcapáginas en el epígrafe “La paciencia y la espera”. José Carlos Ruiz, el autor, proclama que pocos remedios son más eficaces que cultivar el arte de la paciencia, etimológicamente “sufrir” (latín patior). En la sociedad del impulso, es una virtud tan incómoda que buscamos soluciones artificiales a los reveses, en lugar de practicar el estoicismo.

En la insatisfacción que acompaña a la impaciencia, atomizada, frustrante y artífice de una percepción de urgencia ante todo, olvidamos, como escribió Schopenhauer, que la vida sólo cobra sentido cuando se mira hacia atrás, pero se tiene que vivir hacia delante.

El Huesca está en Segunda pese a su comportamiento, sus valores y su probidad de Primera. Y en nuestras manos está la coralidad de retornar a los predios celestiales con sufrimiento, tolerancia y comprensión. En el albedrío de esta comunidad en torno a una bandera común, hay que aplicar las operaciones aritméticas para disociar los críticos -que son necesarios porque suman y multiplican desde la exigencia- de los tóxicos, que apenas sirven si no es para restar y dividir. Y, en la pertinacia de tales signos, la utilidad de éstos es cero. Cero. 0. Para el objetivo, para esa deuda idealista con la afición que no ha podido gozar del precioso Alcoraz, hay que distinguir entre quienes cultivan, quienes edifican y quienes sólo tienen en la palabra la destrucción. Marginémoslos. Y paciencia. Volverán los laureles.