La confianza empresarial
CEOS-CEPYME HUESCA presentó ayer el Índice de Confianza Empresarial cuya principal conclusión es que el segundo semestre de 2022 constituye el horizonte temporal en el que la actividad se situará en los niveles de 2019, en los tiempos previos a la pandemia. Hace poco más de una década, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acuñó aquella frase de que el pesimismo no vende. Más allá de la oportunidad discutible y discutida en aquella compleja coyuntura, es cierto que los empresarios tienen una querencia natural al optimismo, que sólo se moldea en sentido negativo cuando el marco en el que desempeñan su labor se torna hostil por circunstancias de mercado o por la propia regulación de los gobiernos.
Del análisis de la situación actual y de las expectativas que han expuesto cuatrocientas compañías de distintos tamaños, se deriva una realidad completamente disímil entre aquellas cuyos sectores rezuman operatividad, como es el caso sobre todo de la agroganadería con el gran impulso del porcino y sus exportaciones a China, la logística y algunos subsectores de la industria. En el polo opuesto, la hostelería, el comercio (con excepciones) y otros servicios, cuya recuperación está más comprometida en estos momentos aunque se presume que el verano, con un panorama sanitario más alentador, ha de ser propicio. En escenarios como el actual, emplear la firmeza para dar cada uno de los pasos es crucial, porque la inestabilidad provoca siempre unos efectos adversos. A la espera del comportamiento y distribución de los fondos europeos de recuperación, los gobiernos han de concebir políticas amables para la actividad, porque en la confianza de las empresas radica el porvenir de la generación de riqueza y empleo. Y ahí nos la jugamos.