Opinión
Por
  • Fernando Jáuregui

Los hermanos Pinzones y otros catalanes

Pere Aragonès, nuevo presidente de la Generalitat
Pere Aragonès, nuevo presidente de la Generalitat
Agencia EFE

Válgame Dios, toda la infancia cantando aquello de los hermanos Pinzones que eran unos... marineros, que se unieron a Colón, que era otro... marinero, pensando, inocentes niños, que hablábamos de un genovés y de una familia de Palos de la Frontera. Hasta que un insigne historiador nos descubrió que, en realidad, los Pinzones, además de Colón, Juan Sebastián Elcano y el mismísimo Bartolomé de las Casas, entre otros, eran, en realidad, catalanes de pura cepa, y que el descubrimiento y la conquista de las Indias no fue cosa de unos aventureros arriesgados, vascos y extremeños mayoritariamente, sino de unos esforzados navegantes de una Cataluña que ya era nación en el siglo XV, y aun mucho antes. Fruto, sin duda, de una ignorancia muy extendida, sobre todo en Madrid, nos tomábamos un poco a chufla, cómo no, al historiador insigne. Que incluso llegó a publicar, muy en serio, sus hallazgos en un estudio para el muy científico Institut de Nova Historia, catalán por supuesto.

Bueno, pues ahora resulta que aquel investigador de la cátalo-historiografía nos ha sido ascendido... a vicepresidente de la Generalitat y del Govern. Catalanes, desde luego. La nueva estrella de la política catalana, que se supone que abandonará durante algunos meses -los que dure en el cargo- sus afanes en busca de la verdad histórica acerca de la conquista de las Américas se llama Jordi Puigneró, es fiel seguidor del fugado Puigdemont y era conocido en los ambientes, más que como un historiador riguroso, como un furibundo antiespañol algo chalado, esta es la verdad, llegando en alguna de sus manifestaciones en público a bordear la xenofobia.

Que alguien así haya podido llegar a ser el ‘número dos’ en el organigrama de poder de la política catalana debe preocuparnos seriamente. No solo porque un señor como Puigneró pueda ser capaz de la mayor locura, que ya se ve que al menos académicamente sí. También porque ha sido el mismísimo president de la Generalitat, el molt honorable señor Aragonés, quien ha aceptado que el tampoco muy equilibrado Puigdemont le imponga desde Waterloo, que es lugar de refugio de notables megalómanos, a alguien tal que Puigneró en un Govern que, en teoría, el no menos teóricamente moderado Aragonés quería ‘más técnico que político’. Cuando desde instancias oficiales se llega a falsear lo más evidente de la Historia sin que nadie, ‘indepe’ o no, salte de su asiento, ya me dirá usted de qué mentiras y trucos no serán capaces los que llevan allí las riendas en su afán por arrastrar el agua a su molino.

Ya se han inventado, como usted sin duda sabe, otras partes de la Historia y hasta de la geografía patria. Así que está la cosa como para contentarles con unos indultitos de nada para los presos del procés. Y conste que, si yo pensase que los indultos iban a servir para algo y para evitar que los tristes pasajes de 2017 se repitan, sería el primero en aplaudir la salida de la cárcel de unas personas que, a mi juicio, no deberían ya permanecer allí tras un proceso que fue excesivamente ‘judicializado’. Pero esa es ahora otra cuestión y muy diferente debate. Esperemos que, en una futura Mesa de negociación, no se exija al Gobierno central una revisión de los libros escolares de texto en toda España, poniendo las cosas en su sitio, que es un sitio fijado en algún punto de la Costa Brava, nada de Palos de la Frontera y otras zarandajas con las que, Puigneró dixit, nos han venido engañando hasta ahora. América, para los americanos. Y para los catalanes afectos a Puigdemont y sus... historiadores, llamémoslos así. Maaadre mía...