Opinión
Por
  • Enrique Serbeto

El honor de los españoles

FILE PHOTO: Spanish Prime Minister Pedro Sanchez arrives at the second day of a special EU summit in Brussels, Belgium May 25, 2021. Olivier Hoslet/Pool via REUTERS/File Photo[[[REUTERS VOCENTO]]] SPAIN-ECONOMY/CHINA
Pedro Sánchez, esta semana en Bruselas
Agencia EFE

De todas las citas que se atribuyen a Winston Churchill, hay una que ni siquiera sé si es suya, pero que en mi opinión cuadra perfectamente con lo que está sucediendo actualmente en España con la cuestión catalana. Me refiero a lo que parece que siendo el líder de la oposición le dijo al entonces primer ministro británico, Neville Chamberlain, cuando éste se disponía a ir a negociar con Adolf Hitler la brutal desmembración de Checoslovaquia, con el argumento de que esta concesión aplacaría los apetitos del dictador alemán. No estoy diciendo que en la España de hoy haya que atribuirle a nadie el papel o la emulación del líder nazi. Me quería referir a la cuestión de principios, al enfoque puramente moral de la cuestión. Chamberlain creía firmemente que, si aceptaba una concesión pequeña (pequeña para él, no tanto para los pobres checos) el monstruo se convertiría en un agradecido socio y se acabarían todas las pesadillas. Churchill le dijo algo así como que lo que estaba haciendo era sacrificar su honor creyendo que así evitaría la guerra y le advertía que por la naturaleza de las cosas sería inevitable que se quedaría sin honor y también tendría la guerra.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, podría encajar perfectamente en un papel similar al de Chamberlain. Mejor dicho, los argumentos que utiliza para tratar de justificar el indulto a los condenados por pisotear la Constitución, apelando a un espíritu de reconciliación y de concordia, podrían ser equivalentes a los que enunció el británico cuando le otorgó a Hitler lo que este quería. Yo sé positivamente que no lo hace tanto por eso sino porque es prisionero de los votos de Esquerra Republicana, pero puedo asumir también que en su propósito hay un interés sincero por ayudar a restablecer la sensatez en la política catalana. Después de haber visto salir de su boca tanta mentira y tanta contradicción me cuesta creer en su buena fe, pero ¡venga! se lo concedo. Pues aunque lo haga de buena fe, ha de saber que es un esfuerzo vano, que no logrará pacificar a los que no quieren vivir en paz y sin embargo va a ofender a todos los constitucionalistas decentes, catalanes y no catalanes, que defendemos que la única garantía de nuestra convivencia es el respeto sagrado a la ley.

También soy consciente de que Sánchez está atrapado en este bucle en el que él mismo se ha metido por pactar con quienes solo se interesan por destruir las instituciones que él ha jurado defender. Si aprueba los indultos, asumirá un desprestigio colosal ante la inmensa mayoría de los españoles, socialistas incluidos, del que difícilmente logrará salir. Si no los concede sus socios parlamentarios le pueden dejar caer en cualquier momento. Por lo que hemos visto hasta ahora, a Sánchez todavía le quedarían bastantes argumentos para negarse a cometer esta tropelía. El más importante, que si él tuviera que convocar elecciones ahora las ganaría el Partido Popular y sus cómplices políticos (que no son tontos) saldrían perdiendo. También resulta que a este Gobierno y a esta mayoría le importa un bledo perder votaciones o votar unos contra otros, que es algo que sucede día sí y día también. En cualquier otro país democrático, si dentro de una coalición se produjesen estas disonancias significa automáticamente la caída natural del ejecutivo, pero con Sánchez vemos que el PSOE y Podemos defienden cosas opuestas en el Congreso, que se hacen trampas para ver si pueden colarse enmiendas unos a otros, cuando no pasa como la semana pasada que votaron en contra del Gobierno toda la colección de partidos y partiditos de esa constelación que tiene a su izquierda y eso a Sánchez no le hizo el menor efecto.

Por eso me extraña tanto esa determinación contumaz que le vi al presidente el martes en Bruselas. Me dio la impresión de que está totalmente determinado a dar este paso que sería en mi opinión uno de los atropellos políticos más graves que he conocido, y he visto muchos. Y no será por que no se le haya advertido. El dictamen del Tribunal Supremo es de una claridad y elocuencia tal que es imposible que algún día pueda alegar que no estaba al corriente de las consecuencias de lo que hacía. Será legal al menos hasta cierto punto, puesto que de otro modo yo sería el primero en emprender una querella por prevaricación, pero pasará a la historia como la mayor traición de un presidente a su propio país. Algunos puede que se alegren porque es evidente que si se atreve a hacerlo acelerará su inevitable desaparición política. Yo preferiría que se quede un tiempo más y que entregue a su sucesor el país que hemos puesto en sus manos cuando aún sea reconocible. Sánchez cree que está decidiendo sobre la pacificación en Cataluña y tal vez piensa que si cede con esto lo logrará y los demás nos olvidaremos de esta felonía cuando todo sean vino y rosas entre los independentistas y el Gobierno. Pero se equivoca igual que Chamberlain porque con estos indultos solo logrará dar alas a los enemigos de la Constitución y él pasará a la historia como un falsario traidor. A no ser que esto fuera una estratagema de su mercenario de cabecera para renunciar en el último minuto a dar el paso y mostrarse como un hombre de Estado. Todo puede ser y no tardemos en comprobarlo.