Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Francisco de Artiga: recuperar referentes

IEA
Julio Bernués, Carlos Garcés y Natalia Juan con el libro sobre el arquitecto Artiga.
Pablo Segura

"FRANCISCO JOSÉ DE ARTIGA: el final de un mundo” es más que un libro. Es la oportunidad para reforzar nuestra cultura y nuestro orgullo oscense a través del conocimiento de una de las figuras más insignes de los siglos XVII y XVIII. Una de las habilidades que habrá que agradecer convenientemente a sus autores, Julio Bernués, Carlos Garcés y Natalia Juan, es la contextualización en el tiempo de un prohombre de esta ciudad, un renacentista que practicó con singular éxito la arquitectura, la literatura, la pintura, las matemáticas, la astrología y el oficio de grabador. Afortunadamente, son muchos los polígrafos y los artistas multidisciplinares que han ofrecido el servicio de su conocimiento, su divulgación y su investigación a la sociedad en la que han desenvuelto su trabajo.

Una obra de estas características representa para nosotros una suerte de ocasión para situar en los escenarios de nuestras vivencias a sus artífices. Francisco José de Artiga no es el nombre de una calle en pleno casco oscense, sino la firma de lugares tan emblemáticos como el Museo de Huesca (otrora sede de la Universidad de Huesca) o el pantano de Arguis, además de su contribución a realzar el esplendor del Monasterio de San Juan de la Peña. Que un profesional tan prolijo en realizaciones permanezca ayuno de reconocimiento por su ciudad representa no sólo una injusticia, sino la profundización en una ignorancia que no hace sino empobrecer el legado histórico que está al alcance de nuestra mano. Sucede con muchos otros personajes magníficos de los anales de Huesca y del Alto Aragón, a los que es necesario rescatar y que permiten además refrendar el papel fundamental del Instituto de Estudios Altoaragoneses como gran protector de la cultura y el carácter de esta tierra. Leyendo estos libros recobramos nuestra raíz.