Nos quitan el sueño

VA A SER que tenía razón don Quijote cuando aducía que el sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos. Bien conoció Miguel de Cervantes los pesares, los dolores y las frustraciones, y quizás dormir fuera el consuelo para las desdichas. Cuando yo era un niño, consideraba que entregarse a los brazos de Morfeo era una pérdida de tiempo, tan vitales como fuimos y son los púberes.

Con el crecimiento, sin embargo, la perspectiva se transforma. Precisamos del descanso y de la abstracción, de reposar las ideas, de aquietar las reacciones, de soportar los reveses y de evadirnos de las mezquindades próximas (siempre habrá alguien que pretenda estropearnos el día) y remotas, de las zozobras de la covid, de la política, de la economía y de las inmoralidades que brotan acá y acullá. También, por qué no, una cama o un sofá es el escenario en el que recordar nuestras alegrías, en el que confortarte por esa buena acción y en el que, como en la canción de Il Divo, llegas a la conclusión de que no hay un héroe como tú.

Por si tuviéramos pocos frentes abiertos en el complejo mundo actual, las nuevas tarifas de la luz (hoy) atentan directamente contra el descanso. Si quiere usted ahorrar, la lavadora de 0 a 6 horas y el lavavajillas de 14 a 16, de tal guisa que los más afortunados serán los que tienen al alcance la siesta del carnero, reventada la posibilidad de la de sobremesa bajo el arrullo de los documentales animalísticos de La 2. También tiene la posibilidad de dejar todo para el fin de semana y mata su tiempo de ocio y las opciones de viajar. Tengo para mí, en plena efervescencia 'conspiranoide', que la regulación eléctrica se ha alineado con todas las fuerzas del mal para quitarnos el sueño.