Opinión
Por
  • Javier García Antón

Frenopático periodístico

Fernando Simón, director del Centro de Alertas Sanitarias.
Fernando Simón, director del Centro de Alertas Sanitarias.
Agencia EFE

AUNQUE las mentes mal pensantes piensen lo contrario, a un buen número de informadores nos gustaría cantar cada día, al terminar la faena, el supercalifragilisticoespialidoso, pero Mary Poppins se nos ha hecho provecta y este mundo ya antes del coronavirus se había vuelto muy complicado. Tras la pandemia, no se presume ni que vayamos a salir mejor ni más fuertes, al menos esa no es una presunción que tenga que realizar un profesional que se basa en el hecho, en el dato y en su perspicacia.

Nos hemos convertido en el pato de feria al que todo quisque dispara, de palabra (la clase pública ante la incomodidad), obra (ahí tenemos compañeros a los que lloramos, abatidos en conflictos) y omisión (léase comparecencias sin preguntas o directamente protagonistas aversos al riesgo de enfrentarse a los micrófonos).

Definitivamente, el escenario se nos ha vuelto hostil. Naomí Osaka, la número 2 del tenis mundial, ha abandonado Roland Garros ante el anuncio de la organización de una sanción por no querer atender a los medios. La japonesa asegura que el suyo es un problema de salud mental, que le genera ansiedad hablar con los periodistas. Si te sirve, Naomí, relativiza un poquito y llegarás a mi punto: me da pereza con algunos. La ventaja es que, esquivándolos, no te metes en un frenopático.

El otro que tal baila es Fernando Simón, quien achaca la casi unanimidad en la elección de Astrazeneca a periodistas y lobbys. Al director del Centro de Emergencias habría que consolarle con la famosa máxima de Chesterton: el periodismo es decir "lord Jones ha muerto" a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo. Estamos como para pensar en Oxford o Pfizer.