Opinión
Por
  • Javier García Antón

¡Malditos sumerios!

Control de tráfico en Huesca
Control de tráfico en Huesca
Pablo Segura

NOS QUEJAMOS de vicio. Esa es una de las conclusiones que siempre aduce el poder (y en ocasiones la autoridad, que no es lo mismo) cuando expresamos malestar por normas y sanciones. Es el caso de los peajes anunciados para las autovías (de los que yo sí me lamento) y de multas que nos parecen excesivas, sin detenernos a analizar si son justificadas. Sin ir más lejos, acaban de detraerme los tres primeros puntos (tenía buen acopio) que ni siquiera discutí al agente, quizás porque a la Guardia Civil le tengo más que respeto. Puse carita de bueno, le otorgué la razón y recogí -¡maldita sea, no se ha apiadado de mi buena voluntad!- el tique. Al banco y a pagar.

Peor lo tuvo ese desdichado que recoge un papiro egipcio de hace casi tres mil años, la primera denuncia de tráfico de la que se tiene constancia, colgado al lado de la taberna para ser pasto de aves carroñeras después de guiar ebrio su carromato, chocar con una estatua y atropellar a una niña.

La circulación viaria ha sido asunto tan delicado que desde el César hasta los Papas se han tenido que ocupar personalmente de regular el tránsito de caballerías, carros y vehículos a motor. Si Bonifacio VIII dictó que se transitara por la izquierda, Napoleón contraprogramó hacia la derecha. Y. en Castilla, pronto se identificaron los espirituosos como causa de desgracias, por lo que Isabel La Católica fue la primera que ordenó la retirada de los carruajes a quien se le apreciara embriaguez.

No piense, amigo lector, que el afán recaudatorio es hábito gubernamental de los últimos tiempos. Ya Carlos III estipuló que lo recogido iría a conservación de caminos. En el fondo, estos lodos vienen de quienes hace seis mil años inventaron la rueda. ¡Malditos sumerios!