Opinión
Por
  • Diario del Altoaragón

Las emergencias siguen entre nosotros

Labores de vigilancia de la zona
Los daños en la cubierta, a plena luz del día
Pablo Segura

LA LECTURA es unívoca. El Banco de Alimentos, las Conferencias de San Vicente de Paúl, Cruz Roja y las Cáritas, entre otras organizaciones benéficas, exponen en sus balances de 2020 y en las primeras impresiones de 2021 el hecho incontrovertible de la multiplicación de las personas y familias atendidas a causa del coronavirus y su afección al empleo. No corren buenos tiempos, aunque los medios de comunicación y las élites estén legítimamente preocupadas por los datos macroeconómicos, aliviados por ese crecimiento del 6,2 % que prevé el Banco de España para este 2021, mejor que el esperado hace apenas unos meses, pero que para nada consuela la situación de las muchas personas a las que los indicadores les dicen poco. Bien lo saben los servicios sociales del Ayuntamiento de Huesca, que explicaban ayer el sobreesfuerzo al que se han visto obligados por la mayor demanda de apoyos. Y como el oscense, tantos y tantos consistorios de la provincia. Como si fuera un enseñoreamiento de la ley de Murphy, la tormenta y el desplome del tejado del Obispado de Huesca han inducido al cierre de la sede central de Cáritas hasta que se pueda garantizar la seguridad por los estudios y los trabajos de rehabilitación y apuntalamiento correspondientes.

El aforismo de que, a perro flaco, todo son pulgas ha de ser contrarrestado por un trabajo colectivo, coral y solidario entre las administraciones y la sociedad civil, porque de lo contrario existe la posibilidad de iniciar un crecimiento económico general que, sin embargo, camine paralelo a una desigualdad creciente. Frente a determinadas consignas de la distribución de la pobreza, hay que pensar en cómo repartir la riqueza y, sobre todo, generar un modelo en el que todos los ciudadanos se vean empoderados por un empleo digno. Por ahora, atender las emergencias.