Opinión
Por
  • Fernando Jáuregui

Un apoyo (crítico, claro está) a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
E.P.

ALEGRARSE, como algunos lo han hecho, de que el presidente norteamericano Joe Biden dedicase apenas 29 segundos peripatéticos y a toda velocidad al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, me parece una insensatez propia de la mala baba que a veces nos aqueja.

Sánchez tiene mucho de criticable y el nuestro es un país con serios problemas democráticos y de imagen exterior, y algo, bastante, de culpa tiene en ello el jefe del Ejecutivo español y secretario general del PSOE. Pero, al margen de las absurdas explicaciones que La Moncloa ofreció sobre el brevísimo encuentro con el hombre más poderoso de la Tierra, deberíamos lamentar el desdén con el que la Administración Biden trata a quien, como Sánchez, es el representante de una nación aliada e importante como España.

En este plano, pienso que a Pedro Sánchez habríamos de apoyarle, pese incluso a todos sus errores en política exterior, que son muchos, comenzando por la designación de una ministra inadecuada para el cargo. Pienso que, desde la oposición y desde los medios, la figura de Sánchez merece que nos detengamos a considerar sus fortalezas y sus también patentes debilidades. Lapidarle siempre y en todas las circunstancias, incluyendo cuando una notoria falta de educación por parte de un mandatario extranjero le humilla y nos humilla, nos conduce al error de minimizar a quien, por mor de las urnas, tiene muchas probabilidades de permanecer en el cargo al menos los dos próximos años. Y los retos que le/nos vienen son grandes: sospecho que hay que afinar en las críticas y en los modos de hacer oposición a este Gobierno que, nos guste o no, actúa de manera legítima, si queremos que los ochocientos días que probablemente nos quedan con Sánchez en La Moncloa sean un período lo más útil posible para consolidar la modernización del país.

Lo importante es preguntarse si Sánchez puede acertar en sus actuaciones futuras, comenzando por los indultos a los presos del ‘procés’ y otros pasos hacia el ‘acercamiento’ al independentismo catalán, o si, por el contrario, dirige el rumbo hacia la comisión de errores irreversibles. Fundamental es, a este respecto, que desde la oposición se presenten medidas alternativas que vayan mucho más allá del ‘no a todo’. El ‘espíritu de Colón’ no ha hecho más que reafirmarnos a todos en la seguridad de que los indultos serán concedidos -ya se barajan hasta fechas muy próximas, menos de un mes, lo que es obviamente una precipitación por parte de La Moncloa_y de que no hay una fuerza frente al Gobierno que realmente pueda impedir ni esta medida ni otras que puedan seguir: el desconcierto de la derecha nacional en el tema catalán me resulta preocupante.

Tras un domingo lleno de noticias políticas relevantes y de trascendencia y tras el ‘paseo’ del lunes con Biden, me parece obvio que hay que sacar conclusiones y dar un giro tanto en las actuaciones gubernamentales como en las de la oposición: un consenso muy sólido en política exterior, en lugar de lo que hemos visto en las últimas horas, habría de ser la primera prueba de que queremos salvarnos de la maldición de Bismarck: España es el país más fuerte del mundo porque los españoles llevan siglos intentando destruirse y aún no lo han conseguido. Yo, en lo de Biden -que ya verá usted cómo Washington acabará corrigiendo el rumbo- estoy con Sánchez, qué remedio.