Opinión
Por
  • Javier García Antón

Un paso atrás

José Antonio Murillo (segundo por derecha), director de la Expoferia.
José Antonio Murillo (segundo por derecha), director de la Ferieta de Aínsa.
DGA

NO SON tiempos propicios para personalidades como la de José Antonio Murillo. El entusiasmo era su compañero, en el sentido estricto etimológico de la inspiración divina creadora. Nadar contra la corriente tiene su compensación, como les sucede a los peces Koi que acaban convirtiéndose en dragones a las puertas del Río Amarillo, para quedar entre el ser humano como un símbolo de la fortaleza y la determinación.

Con Emilia, con Juan y con otros compañeros, con la admiración que en las montañas se oculta -recato, se le llama, en las urbes es envidia- pero queda reflejada en la mirada, José Antonio entendía la importancia de reaprender más que desaprender. Conectar con los valores del pasado. Dar Un Paso Atrás, como se llama la asociación que fundaron con el objetivo de trascender en el viaje de retorno hacia el pasado para practicar una pedagogía de la herencia: toda persona ha de estudiar las lecciones de nuestros ancestros, que supieron plantearse el legado que quieren dejar y cómo quisieron hacerlo. Darnos el poder de elegir entre la desidia o los criterios de la tradición, de la armonía, de la salud nutricional, de la sostenibilidad.

Y, así, este equipo magnífico al que José Antonio ponía voz y pasión, encontró socios institucionales y privados, como Ismael. Y recuperaron semillas, legumbres, frutales, verduras, razas autóctonas,... Patrimonio cultural, biológico, genético. Reencuentro con las raíces sin alharacas, sin grandes proclamas. Y la Ferieta, y la Expoferia, y otros certámenes se llenaban esencialmente de la gran materia prima: la verdad. Y la luz era José Antonio, que inopinadamente dio un paso adelante en Tella. Y, tras él, dejó una estela que seguir: la simbiosis con la naturaleza.