Opinión
Por
  • Javier García Antón

Plumazo estepario

Sierra de Alcubierre
Sierra de Alcubierre en los Monegros
D.A.

UNO DE LOS argumentos más irrebatibles es el de la oposición del territorio. La duda emerge cuando bajamos al terreno tal concepto espacial: ¿quién le representa? ¿Admitimos que irremisiblemente las instituciones? ¿Los partidos políticos? ¿Las organizaciones agrarias? ¿Y las empresariales? Con tal confluencia, negar una cierta legitimidad por la vía unitaria sería, cuando menos, osado. ¿Significa que tienen razones para negarse a un Parque Nacional en Monegros? Por supuesto. ¿Y que la razón, por la vía del apabullamiento unitario, está plenamente de su parte? Pues no necesariamente. La realidad única no existe, no es conveniente, elimina los matices que, al final, enriquecen la vida y el debate.

Volvamos por pasiva hacia la matriz y sigamos con las preguntas. ¿El estudio de SeoBirdlife es descabellado? ¿Luis Ferruz y Santiago Marraco se han tornado en conspicuos conspiradores en verde contra la actividad económica, los regadíos y el progreso? Las contestaciones son evidentes: no y no. ¿Merece la pena discutir el proyecto, mejorarlo y consensuarlo, presumidos como somos de nuestra capacidad -discutible- para los pactos? No existen, salvo un manojo de principios sagrados, verdades como puños que aprietan y aplastan. Quien así los utiliza teme la disparidad, la divergencia, la pluralidad que enriquece.

No estoy seguro de que haya reversibilidad para este asunto. Pero la memoria me atrae viejas renuncias que enriquecieron a regiones vecinas. El respeto enciende la luz y la imaginación disipa las tinieblas. Yo amo los Monegros y deseo compartir esa admiración por una comarca hermosísima. Del camino, Dios dirá, por ser inescrutable. Lo que no puede ser es cerrado. Yo me iría al rincón de pensar.