Opinión
Por
  • Javier García Antón

El mundo de Okazaki

Okazaki
Shinji Okazaki, dos años para construir un mito del Huesca
SD HUESCA

DIOS ofreció, antes de abrir la puerta a la luz, dos facultades para dar utilidad a la cabeza. Y los hubo, inconscientes, que eligieron rematar bien de testa y tener un pelo frondoso para consumir abundante gomina. Lo de pensar, si acaso, era accesorio. Así resumía jocosamente algunos fallos groseros en el Huesca-Athletic y el Huesca-Valencia, entre las risas de mis interlocutores. Llegó el desenlace y los dientes desaparecieron para expresar una mueca trágica. La hipérbole se me ha presentado en los últimos días, cuando Cristiano, Locatelli y Pogba, que seguro utilizan el argumento del mercado para explicar sus insultantes sueldos, han retirado de su imagen las botellas de los patrocinadores que contribuyen a sus millonarios emolumentos. Los tres gastan espeso cabello y cabecean fetén. ¿Para qué quieren más?

Como preconizó Paul Éluard, hay otros mundos y están en éste, hay otras vidas y están en ti. Disfruté escribiendo la entrevista a Shinji Okazaki. Japonés que, en su sencillez, trasciende más en haikus que en lacas, en meditación que en fanfarronería, en propósito que en superficialidad. Shinji responde a la adversidad con una sonrisa, como cuando el defensa le patea, o en el montón de goles anulados en su temporada azulgrana en Segunda. Se siente culpable del descenso por no haber marcado más goles, él que fue discriminado por Pacheta. Autocrítica, rara avis, vara que hace justicia al aficionado. Ahora, en esa opción humana que es el libre albedrío, se ha decantado por portar el brazalete metafórico vital de Huesca, de sus montañas, de sus valles, de sus aguas , de la cultura y de la calidez de sus gentes. Huesca y Hyogo, las dos haches. Un guerrero humilde del bien, un académico de la vida. ¡Arigato! Eres de los nuestros.