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  • Diario del Altoaragón

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Concentración del martes contra la violencia machista
Concentración del martes contra la violencia machista
Pablo Segura

LOS CRÍMENES de la violencia machista empiezan a desprender un hedor insoportable. Es el magma terrible, denso e insufrible de la impotencia, de la incapacidad de ser eficaces en la lucha contra la delincuencia de género, de la imposibilidad real de reducir las estadísticas que, si bien no son el fondo de la problemática, sí constituyen el reflejo de la miseria que rodea una de las lacras más incomprensibles de la sociedad. Un verdadero atentado a la dignidad humana. Una renuncia a la integridad de las personas. Una vil vulneración de los derechos más elementales.

Como primera providencia, habrá que establecer que conviene rechazar tanto las actitudes negacionistas desde partidos como Vox so pretexto de cuestiones semánticas como aquellas que buscan un electoralismo burdo, absurdo e insultante. Todas las promesas vacuas que hemos escuchado en un ventajismo aberrante quedan desnudadas por la crudísima realidad, en la que muchas de las víctimas lo son no sólo de los golpes y de las vejaciones, sino de la gran desigualdad que supone la falta de autonomía económica para emprender nuevos caminos.

Es evidente que, en materia de igualdad, se ha avanzado a lo largo de los últimos lustros, pero las informaciones sobre la violencia de género son una astilla que apuñala el alma de la sociedad española (y mundial), que nos recuerda que queda mucho que recorrer en formación, en información, en prevención y sensibilización. Que distamos una barbaridad de la eficiencia en la represión e incluso en la justicia. Que la transversalidad no sólo ha de ser predicada en congresos, conferencias y eventos. Que hemos de convencer universalmente de que las agresiones dañan la propia dignidad del agresor. Y que, hasta el último caso, nadie puede cantar victoria. Porque es derrota.