Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Un inicio estival prometedor

Turistas en el casco histórico de Aínsa
Turistas en el casco histórico de Aínsa
Rafael Gobantes

PROBABLEMENTE algunos pensarán que la gran afluencia a los destinos turísticos más atractivos de nuestra provincia representa un riesgo de propagación del coronavirus. Es difícil abandonar de manera definitiva esa impresión, esa sombra que nos persigue desde hace casi dieciséis meses, porque los daños personales han sido tan enormes como las zozobras que nos han acompañado y ante las que es difícil recobrar la confianza porque el comportamiento de la pandemia y las decisiones institucionales (no sólo en Aragón, donde no han sido desde luego las peores, ni en España, sino a nivel internacional) no han estado dotados de la credibilidad necesaria.

Y, sin embargo, debemos hacer todo lo posible para que uno de los motores económicos de nuestra provincia, que es tanto como decir uno de los grandes sustentos para miles de familias, no padezca ni un sólo paso atrás. No podemos consentir otro fracaso más en la imperiosa necesidad de extirpar de manera definitiva la amenaza sanitaria con nuestra capacidad reflexiva y de acción para protegernos individual y colectivamente de tal guisa que la covid-19 sea una enfermedad recurrente, periódica pero con la tranquilidad de que las vacunas evitan su propagación y de que, seguramente, dispondremos más pronto que tarde de antídotos con los que culminar la victoria en una batalla con muchas bajas. Sí, hay que reconocer que es un triunfo pírrico.

Pero el inicio estival de ayer, que fue prometedor en las comarcas pirenaicas, en la Sierra de Guara y en las ciudades tiene que ser un punto de inflexión para la reconquista de nuestros hábitos de vida y de nuestra competitividad en un sector en el que no sólo somos buenos sino que, además, nos proporciona confort, felicidad y placer. A disfrutar. Con seguridad.