Opinión
Por
  • Manuel Campo Vidal

Sánchez descoloca con un seísmo de ministros

Pedro Sánchez en su comparecencia.
Pedro Sánchez en su comparecencia.
Agencia EFE

Si no fuera porque en la lista de políticos caídos el sábado destaca Iván Redondo, el poderoso director de Gabinete de la Presidencia, se le hubiera atribuido a él la perfecta maniobra de despiste a los medios para que se desayunaran el sábado con la remodelación de casi medio Gobierno. Más aún: se hubiera especulado con que era “un nuevo Consejo de Ministros a su medida”. Nada de eso: la autoría del seísmo es de la factoría Sánchez: sigilo, contundencia, oportunidad y el PSOE en su cabeza. Hay Congreso ordinario después del verano y acto seguido congresos regionales en los que brillarán los ministros, a dos años vista de las elecciones autonómicas. Alguna nueva ministra puede terminar de candidata en su comunidad. Apuesten.

En la maniobra de despiste a los medios, hasta los rusos colaboraron. Un caza de Putin entró en el espacio aéreo lituano el jueves mientras su Presidente, Gitanas Nausedas y Pedro Sánchez daban en un hangar una rueda de prensa interrumpida para dejar salir a los aviones de combate españoles destacados en la defensa OTAN del territorio europeo, Toda la prensa mirando a Lituania porque se dio la alarma de “Alfa Scramble”, o sea alarma real, no de simulacro, mientras el “zafarrancho de combate” estaba en siete ministerios y en Moncloa. Ni en un guión cinematográfico.

A media legislatura, Sánchez marca un punto y aparte. Rotundo. “Calvo, Ábalos y Redondo, sus tres pilares, fuera. Tela, la remodelación. Sánchez no se casa con nadie”, dice un socialista andaluz impactado. “Tela”, desde luego. Da por terminada la pandemia -ojo con precipitarse porque repunta en todas partes y de forma explosiva entre jóvenes- y enfoca su nuevo Gabinete a la recuperación. Que ascienda a Nadia Calviño a la vicepresidencia primera es buena noticia: España se juega en los dos próximos años su estabilidad económica para unas décadas. Y a los ministros del área Podemos ni los toca, porque no quiere -ni podría, aunque quisiera- recomponer otra mayoría parlamentaria. “Tanto da porque están quemados”, opina un socialista catalán. Menos la ahora vicepresidenta segunda Yolanda Diaz, en ascenso, que si sobrevive a Irene Montero y a Ione Belarra, será cabeza de cartel, según testamento de Pablo Iglesias.

Esas son las razones de fondo del seísmo. Poderosas, sin duda, e interesantes; para él, sobre todo. Sin embargo, el Presidente sigue explotando su habilidad innegable para despistar. Empezó justificando públicamente la virtud de los relevos aludiendo a que así bajaba la media de edad de los ministros de 54 a 50 años y que incrementaba el número de mujeres, que pasa del 56 por ciento al 63. Muy bien; pero eso es secundario, aunque útil para entretener a periodistas despistados y a la oposición. Abascal, de Vox, emitió un destello analítico de profundidad explícita: “Solo hay un cambio de secuaces”. Nivel. A los nacionalistas catalanes les pilló recién llegados de la romería a la ermita de Waterloo, donde se venera al expresidente huido Carles Puigdemont. Al Partido Popular lo sorprendió tras haberse posicionado en el Parlamento Europeo dando cobertura al primer ministro húngaro Viktor Orban, promotor de leyes homófobas y racistas. Solo el portavoz popular, el valenciano Esteban González Pons tuvo la valentía de votar en contra, junto con la mayoría democrática de la Cámara, en vez de abstenerse. Con un circo así, no debe extrañar que Sánchez sea el acróbata estrella.